Aquí os dejo el sugerente principio de un texto de José Carlos Somoza (el enlace al texto completo está debajo), escritor que maneja magistralmente la intriga y el miedo en sus novelas. Y ¿porqué no? Si queréis, podemos comentar esos miedos irracionales...
(un secreto: los míos son los niños o personas de baja estatura! En caso de haber alguien detrás de mi puerta, siempre me ha dado más miedo que ese ser tuviese que estirarse para llegar al pomo...)
El cuento de terror más breve de la literatura se atribuye a M. R. James y dice así: "Me encontraba de noche en mi biblioteca, sentado en mi sofá predilecto, junto a mi chimenea, fumando mi pipa, leyendo mi libro favorito y acariciando a mi perro... cuando de repente caí en la cuenta de que yo no tenía ningún perro." Con esta pasmosa economía de medios, James consigue resumir en tres líneas las características de toda buena historia de terror: una situación aparentemente normal, diríamos doméstica, un suspense bien llevado y una anormalidad repentina que desemboca en lo desconocido, en lo inimaginable, y nos sume por fin en la angustia. Bien es verdad que, según estos cánones, el premio a la historia de terror más breve se lo llevaría Shakespeare con un cuento que figura dentro de otro "cuento", como las cajas chinas, la brevísima historia que comienza a narrar a su madre un niño llamado Mamilio en su obra Cuento de invierno. "Había una vez un hombre que vivía junto a un cementerio...", dice Mamilio, y en este punto se interrumpe para anunciar que el resto lo contará en voz baja, y nos quedamos sin saber cómo sigue. Cuando reflexiono sobre estos dos ejemplos de literatura breve de terror me da por pensar que la narración interrumpida de Mamilio es más escalofriante que el sardónico epigrama de James debido a que nos deja un extenso espacio vacío que poder rellenar con nuestras propias pesadillas. Porque la mejor historia de terror para cada uno de nosotros es, precisamente, nuestra propia historia. Nada hay más horrible que los productos de nuestra particular imaginación.
1 comentario:
Jo, qué yuyu lo del perro...
A mí una de las cosas que me dan más miedo en el mundo y a riesgo de parecer ridícula, son las mantis religiosas. Me aterran. Cuando estoy en el campo no puedo soportar pensar que puede haber una cerca de mí mirándome con esos ojos que miran de verdad. Hay una presentadora de noticias de un canal de la tele que me recuerda a una mantis y no la soporto.
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