Esta no es una entrada típica. Son las dos de la madrugada del viernes y acabo de llegar a casa. Estoy a punto de irme a dormir, toda yo soy cansancio después de toda la semana. Pero sin embargo, tengo necesidad de escribir unas cuantas líneas antes de retirarme. En estos días, son muchas las cosas que van aconteciendo, y afortunadamente, acontecen en el mundo musical.
Para empezar, en los días de ayer y hoy he podido asistir a las jornadas Digital Music 2.0 en el marco del Festival Sónar, donde en varias mesas de debate se ha discutido el estado del negocio musical, las nuevas tendencias, la viralidad, las redes sociales,... Tras unas cuantas horas de reflexión colectiva, no es fácil sacar conclusiones, y menos cuando la música electrónica retumba en tus oídos al salir del Auditorio. No disertaremos ahora sobre las posibles vías de escape del show business, sobretodo porque, pese a lo interesante de esta experiencia, he de unirle otra más.
Esta noche, en una pequeña sala de sonido incómodo, un grupo pequeño ha presentado su primer largo en concierto, titulado En defensa propia. Ellos son Un poeta en paro, un grupo al cual tuve ocasión de entrevistar hace unos meses. Esta vez, he podido participar con ellos de manera directa, ofreciendo mi violín en uno de los temas del concierto. Y realmente, tras dos días de disertación en abstracto sobre la música, el negocio, los millones de fans, el "monetizar" las iniciativas, entre otras muchas cuestiones, el contraste ha sido increíble. Un grupo de personas presentando lo que ellos saben hacer, para un público familiar: el escenario, además, enriquecido con colaboraciones especiales, músicos, amigos.
En definitiva, un clima más que agradable, donde pese a las dificultades del espacio, había algo que lo compensaba. Ese algo era la música en esencia, más allá de presupuestos, más allá de estrategias de marketing. Siendo honestos, sabemos que de la esencia no se come, y en algún momento hay que volver a bajar a la tierra. Pero experiencias como la de estos cuatro chicos son las que me hacen creer que no todo está perdido. ¿Resistirán? ¿Soportarán el cansancio? ¿Darse cabezazos contra el muro? No lo sé, pero, sea como sea, si son capaces de guardar una pequeña parte de la ilusión y las ganas que han mostrado esta noche, no podré saber cuál será su meta, pero éstoy segura de que disfrutarán en el camino.
Y desde LibertadSonora me aplico el cuento. Quizás no seamos el espacio más amplio, el más visitado ni el más trendy. Pero si con estas líneas contribuimos a que esta magia siga existiendo, valdrá la pena. Disfrutemos el camino.