jueves, 29 de marzo de 2012

Sonatina para pies cansados (y algo de Cervantes)

Hoy estoy realmente cansada. Uno de esos cansancios que dan hambre, que dan gusto, que dan sueño. Pero de nuevo, siguiendo un impulso, vuelvo a sentarme a escribir otro rato, antes de darme por vencida y caer sin remedio en la cama. Momento que, hay que decirlo, una se recrea imaginando en días como hoy.

Hoy he dado un paseo inspirador. Voluntario sólo en parte, durante dos horas he caminado por calles de Barcelona por las que no había estado nunca, sabiendo que sólo dependía de mis pies, que tenía tiempo por delante. He recuperado sensaciones de un camino muy particular, que pese a haber realizado hace ya unos meses, no me abandona. Y es que sin metro, las distancias se hacen conscientes.
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Hoy he escuchado también una nueva pieza musical que no conocía: Sonatine pour Ivette, del compositor Xavier Montsalvatge. Este año se conmemora el centenario de su nacimiento, y, lo admito, su obra nunca me había llamado la atención. En clase de lenguaje musical, los vivos siempre nos habían dado un poco de repelús. Pero claro, una se hace mayor, y afortunadamente la música sigue ahí, y tengo la suerte de tenerla muy presente en mi trabajo. Justo allí ha llegado esta Sonatina, que se estrenó en 1962. Una pieza para piano sin pretensiones, dedicada por el compositor a su hija Yvette. Y de las que me gustan a mí: que se dejan seguir, pero no te dejan descansar. Disonancias atacando tus expectativas de comodidad. Aquí os la dejo en una grabación de Alicia de Larrocha, no se me ocurre otra mejor.



He de decir que esta tarde, por un momento he pensado si había tomado la decisión acertada empezando a andar. La respuesta me ha llegado a través de una frase escrita con tiza en una pizarra:

"El que camina mucho y lee mucho, ve mucho y sabe mucho".

Este Cervantes...

jueves, 1 de marzo de 2012

El piano sin teclas de Simone Dinnerstein

Ha pasado algo de tiempo desde la última entrada. No es que no haya habido música estos días, supongo que la he ido dejando pasar. Pero si me gusta escribir es porque parece que coges los pensamientos y los atrapas, los describes, los retratas, los haces permanecer. Y quiero seguir atrapando esas músicas, así que, dejémonos de pereza, que es mala acompañante y siempre te pisa si la sacas a bailar.

He decidido dedicar la entrada de hoy a una intérprete que descubrí hace poquito a través de mi compañera Ester y su programa, MPClàssics. Es Simone Dinnerstein, una pianista americana con una historia curiosa. Parece no querer flashes, no es ninguna estrella del negocio: nacida en Nueva York, a los 35 años decidió grabar las Variaciones Goldberg, autofinanciando la producción del álbum. La magnitud del desafío es sorprendente: ¿cuántas versiones deben existir de la célebre obra de Bach?, ¿cuántas consideradas insuperables?, ¿cómo se posiciona una profesora de piano ante un Glenn Gould o un András Schiff, o ante las versiones historicistas de Leonhardt o Van Asperen? Sólo se me ocurre una respuesta. Quiso hacerlo y no le importó el resto: lo único que debió importarle a Simone fue mostrar a quien quisiera escuchar que aquellas variaciones también podían ser sus propias variaciones. Partiendo de ahí, el resultado no debería extrañar: fue todo un éxito de crítica y público que hizo despegar su carrera como intérprete.

El álbum con que la descubro es Something almost being said. Un título que hace pensar en ella, la que llega casi sin hacer ruido, para abrir una puerta que quizás hacía tiempo que habías olvidado. No hay más que leer el poema del que se extrae este título. Es de Philip Larkin, Los árboles. Árboles que aun sabiendo que morirán, renacen, no sin dolor, una y otra vez, y "parecen decir: el año pasado ha muerto; empezar de nuevo, de nuevo, de nuevo".

The trees are coming into leaf
Like something almost being said;
The recent buds relax and spread,
Their greenness is a kind of grief. 

Is it that they are born again
And we grow old? No, they die too,
Their yearly trick of looking new
Is written down in rings of grain. 

Yet still the unresting castles thresh
In fullgrown thickness every May.
Last year is dead, they seem to say,
Begin afresh, afresh, afresh.

Este disco incluye obras de Bach y Schubert, partitas e impromptus. Compositores y obras muy distintos, pero que en las manos de Simone fluyen y combinan de manera impecable.

Con ese ánimo de ser ella misma presenta un clip arriesgado por lo sincero, que en sí mismo ya es una obra de arte y que emociona nada más empezar: ella entra a un auditorio vacío, sus manos (¡qué pequeñas!) se acercan al teclado, y a partir de ahí, el Impromptu número 3 de Franz Schubert desgrana imágenes, vivencias, sensaciones y sobretodo, personas y amor. Cómo en el artículo de Ángeles Caso, Lo que quiero ahora (si no lo habéis leído, hacedlo inmediatamente clicando aquí), parece que distinguir lo esencial de lo superficial es lo que finalmente nos da la posibilidad de disfrutar de lo que somos y lo que se nos ha dado. A riesgo de que penséis que escribo esto tras una sobredosis de azúcar, prefiero dejar que el piano de Simone hable, sin prisas, por sí mismo. Un piano que, como pasa con los buenos, uno acaba por no recordar siquiera que tiene teclas.