sábado, 22 de mayo de 2010

21-may: Love of Lesbian + ONCA (Sant Cugat)

La noche prometía. Entradas agotadas (desde hace algunos días), escenario poco habitual (el Teatre-Auditori de Sant Cugat) y un formato especial: Love of Lesbian se presentaban acompañados de la Orquestra Nacional Clàssica d'Andorra, con un concierto en que sus temas de siempre se verían ampliados con arreglos para esta formación, compuestos para la ocasión por el compositor Fernando Velázquez, autor entre otras, de bandas sonoras como la de El Orfanato



 

De entrada sorprendía el público, más heterogéneo que de costumbre y que amplió considerablemente su franja de edad por arriba y por debajo. Realmente, el ambiente daba gusto y era muy propicio al disfrute tranquilo. Y a las 10 en punto de la noche, tras los tres timbres, los músicos aparecieron en escena. Las canciones fueron desplegándose una tras otra, abriendo la noche con "Un día en el parque", una de aquellas joyas que no se escuchan habitualmente en los conciertos del grupo y que tanto merece la pena. Público y banda tuvimos que acostumbrarnos al nuevo sonido: el volumen fue ligeramente más bajo de lo acostumbrado, con una batería discreta en beneficio del equilibrio con la orquesta. Palmas comedidas por respeto a la música, espacios de silencio entre temas, expectación tranquila y bien dirigida por los comentarios de Santi Balmes. Con todo y con eso, la orquesta quedó en temas como "Carta a todas tus catástrofes" o "Houston tenemos un poema", más escondida de lo deseable; mientras que en otros como "Domingo astromántico" o "La parábola del tonto", la combinación fue simplemente perfecta, creando una magia que uno deseaba que no terminase nunca.


Y como era de esperar, poco a poco, público y banda fuimos encontrando nuestro sitio y sintiéndonos más cómodos en estas nuevas posiciones. Y el concierto no pudo más que terminar como es, ahora sí, habitual, en los directos de Love of Lesbian: con todo el Auditorio de pie desde una soprendente "Música de ascensores" hasta el final, que consiguió, no solo levantar espontáneamente al público de las butacas, sino hacernos saltar como en cualquier festival. En definitiva, toda una experiencia, nueva y emocionante, y que sería deseable que volviera a repetirse: los arreglos fueron magníficos, y aunque quizás podrían haber estado más presentes, se queda uno con ganas de más.


 

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