Este sábado 13 de noviembre el público alternativo de Barcelona se debatía entre dos de los conciertos más prometedores de este otoño. En las salas Razzmatazz y Razzmatazz 2, actuaban simultáneamente dos bandas americanas: los neoyorquinos Vampire Weekend, en la sala grande; y The Drums, desde Brooklyn, en el espacio vecino.
Dado que aún no contamos con el don divino de la ubicuidad, optamos por The Drums. Buenas críticas de sus directos, rumorología internáutica y referencias en prensa nos hacían pensar que estábamos ante una de las grandes promesas de la música indie, que la noche valdría la pena. Tras un descafeinado Patrick Cleandenim, de movimientos lánguidos y únicamente arropado por las bases electrónicas y la cantidad de ropa que llevaba encima (véase sombrero de ala ancha, americana, bufanda y guantes de piel) llegó el momento esperado. El público más que predispuesto (no olvidemos que la demanda de entradas obligó a la organización a buscar un recinto más grande que la sala inicial BeCool) y Best Friend, el primer corte del álbum. Y llega el desconcierto.
Los movimientos histriónicos y exagerados de cantante y guitarras (no hay bajo visible en esta banda), eran previsibles para cualquiera que se hubiera asomado a sus clips. Igualmente, el parecido de unos temas con otros, también era previsible. Pero dejando a un lado las canciones y su puesta en escena, que nadie podrá criticar por falta de energía, sí que existió una falta de delicadeza. La imagen de grupo estéticamente cuidado con melodías lineales al estilo británico de décadas pasadas, se vio truncada por un sonido difuso, donde la voz se perdía en multitud de ocasiones, y por una actitud más cercana a otros géneros como el punk, que contrastaba con aquella frase que se llegó a leer, que quizás no fueran los mejores, pero sí los mejor vestidos.
Así, y sobre bases pregrabadas de teclado y bajo, discurrió la noche, que por otra parte no fue muy larga; una hora escasa. Curiosamente, y volviendo a la sala vecina, el concierto deVampire Weekend terminaba con el público indignado y voceando: "manos arriba, esto es un atraco", tras una actuación igualmente corta. A nosotros, por lo menos, nos da que pensar...
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