Recuerdo que en la Nochevieja de 1998 pensé: "Este año ha sido perfecto". Visto desde hoy, probablemente no debió ser tan diferente de cualquier otro y tuvo como suele pasar, un poco de todo. Aún diría más, teniendo en cuenta que yo había cumplido trece años y mis emociones y hormonas no hacían más que subir y bajar de forma incontrolada, seguramente 1998 estuvo lleno de extremos: hoy risas, mañana llantos, tristeza absoluta, felicidad total y vuelta a empezar. Pero ciertamente, reconozco que me encanta el recuerdo que se ha quedado conmigo al final, y que ya intuí en aquel fin de año.
Si con algo se disparan las sensaciones y la memoria es con la música. 1998 fue el año de "Truly, Madly, Deeply", de Savage Garden (y de una María que suspiraba), de "Still the one" de Shania Twain (y de una María que patinaba sobre hielo, diría casi exultante, en el día de su cumpleaños), del "Crush" de Jennifer Paige (que me devuelve una sensación de facilidad, de verano) o del "Everybody (Backstreet's Back)" de Backstreet Boys (de la cual os podéis imaginar los recuerdos que tengo, siendo como fui una "fan fatal"). También fue el año del "Ray of light" de Madonna, que aún sigue siendo mi álbum preferido de la sacrosanta del pop, del "Bittersweet Symphony" de The Verve, que en el walkman me hacía caminar de manera diferente, o del "I don't wanna miss a thing" de Aerosmith. Ahora me doy cuenta, ¡cómo suspiré yo aquel año!
Que conste: uno de mis principios musicales es no renegar. Es decir: todas esas canciones y muchas más, seguramente mucho peores, me gustaron en su día. Y no sólo lo acepto, sino que me entusiasma volver a disfrutarlas una vez pasado el tiempo. Fue así como ayer, tropecé en la estantería con otro disco de ese año: "Version 2.0", de Garbage. Lo puse mientras me preparaba para ir a trabajar y tuvo el mismo efecto que hace 14 años. Entonces todavía quedaban unos cuatro años para que descubriese el heavy metal, y la voz de Shirley Manson era lo más próximo a una inyección de energía en vena. Shirley era una chica joven, era brusca, era sexy, cantaba con fuerza y languidez al mismo tiempo letras que clamaban: "creo que soy paranoica, manipúlame" o "cuando crezca seré estable y le daré la vuelta a la tortilla", adornada con frases que hablaban de medicación, estar encerrado o no dormir en toda la noche.
Claro, me encantaba. Y me encanta. Así, cuando sé que necesito un refuerzo de feminidad, un plus de gamberrismo o un chute de energía, ahí siguen canciones como "Special", "Hammering in my head" o "Temptation Waits". Incluso cuando me apetece languidecer al más puro "estilo años 90", ahí están "Medication" o "You look so fine".
Así que hoy encaro el sábado a lo Shirley Manson. Y que sepáis que me he propuesto que en la Nochevieja de 2012 pueda decir de nuevo lo mismo que en aquella de 1998.
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