por José Montes
Leo en las noticias musicales que Roger Waters, se lanza de nuevo a una gira mundial, esta vez celebrando el 30 aniversario de The Wall (El Muro), lo cual me lleva en esta mirada retrospectiva a situarnos en Septiembre de 1977.
Recién terminada la maratoniana gira de Animals, que duró seis meses y aterrizó en nueve países diferentes incluyendo por primera vez grandes estadios, Waters se sentía horrorizado: veía que algo tan personal como eran sus canciones terminaban siendo “un ritual circense sin sentido”.
En su vuelta a casa, Waters afirmó que si Pink Floyd realizaba otro gran espectáculo en directo, este sería prácticamente detrás de un…muro. Y nunca mejor dicho.
Tras un largo período de reclusión en la casa que tenía en el campo, se presentó ante el resto de la banda con un proyecto que llevaba largo tiempo dando vueltas en su cabeza. En principio, su idea era lanzarlo al mercado en solitario, pero debido a los problemas financieros que atravesaba la banda (habían sido prácticamente estafados por un joven contable, Andrew Oscar Warburg, que les ocasionó graves problemas con el fisco), y al recibir un adelanto de 4.5 millones de CBS y EMI, la decisión estaba tomada.
The Wall terminaría siendo un doble disco con 27 cortes. Ante un proyecto tan complejo y ya que sus diferencias musicales con David Gilmour eran cada día mas evidentes, Roger Waters decidió incorporar un coproductor, Bob Ezrin, que a la postre fue vital su mediación entre ellos para conseguir sacar adelante el proyecto.
El disco traza un camino diferente en la música de Pink Floyd. Destacar una u otra canción sería un poco absurdo, ya que la obra en sí es una línea de principio a fin. Éste retrata la vida de una estrella ficticia del rock, “Pink”, cargada con todos sus traumas, la muerte de su padre durante la Segunda Guerra Mundial, una madre sobreprotectora, la opresión de la educación británica, sus fracasos sentimentales y la gran presión de ser una gran figura del rock, el uso de las drogas y un “asma” enfermizo, hacen que vaya creando su mundo de fantasía autodestructiva detrás de su muro. Este es un argumento que es, en gran parte, autobiográfico del propio Waters, ya que en su vida hay muchos hechos similares a los de la vida de “Pink”.
Los efectos de sonido fueron superiores a otros discos de Pink Floyd: helicópteros, bombarderos, llantos de bebé, voces de patio de escuela, marcaciones de teléfono y un largo etcétera de voces y sonidos, que van tejiendo y uniendo toda la obra entre sí. Los arreglos orquestales, corrieron a cargo de Michael Kamen, para lo que contó con una orquesta de 55 músicos. La calidad de sonido final fue excelente.
En cuanto a aportaciones individuales, la aportación musical de Dave Gilmour fue la siguiente: coescribir “Run like hell”, adaptar a su estilo “Young Lust”, y el gran acierto; rescatar una canción suya descartada, “Comfortably Numb”, que terminaría siendo una de las perlas del disco, además de ayudar a Roger en la música de las diferentes canciones.
Con lo que podemos afirmar que The Wall es la gran obra de Roger Waters, ayudado por Dave Gilmour; los otros dos componentes de Pink Floyd, Nick Mason a la batería y Richard Wright (que figuraba como músico contratado debido a las diferencias con Waters) a los teclados, solo aportaron su parte en la interpretación, más que en el concepto del álbum.
La grabación del disco se realizó entre abril y noviembre de 1979 y se publicó el 30 de Noviembre de ese mismo año. El resultado: un gran éxito comercial, el single “Another brick in the wall (part 2)” disparó las ventas del álbum, pasando a ser uno de los más vendidos de la historia del rock.
En la crítica de la época se dijo de todo. Yo me quedo con la frase de Chris Brazier, crítico de la revista Melody Maker: “No estoy seguro si es brillante o terrible, pero a mí me resulta totalmente irresistible”.
De su gira espectacular pero ruinosa, la película de Alan Parker y de las continuas representaciones de la obra (la más popular, la organizada por Roger Waters en 1990 con motivo de la caída del muro de Berlín), hablaremos en otro momento.