Este domingo 6 de enero cerraba sus puertas la ya tradicional Fira del Disc, este año en su novena edición, que durante tres días ha concentrado la actividad del coleccionismo musical en la capital catalana. Aficionados, melómanos y auténticos profesionales de este gremio llegados de distintos puntos de nuestra geografía han ocupado sus stands con grandes cubetas llenas de discos de vinilo, CD's i DVD's de todos los estilos imaginables. Puede resultar curioso y hasta paradójico que en estos tiempos en que el formato físico se da por muerto y enterrado sobrevivan este tipo de actividades, así que, para acabar de profundizar en ello qué mejor que pasarnos por allí y conocer el asunto de primera mano.
Nos acercamos a uno de los stands de la feria. En él conocemos a Ramon Robert Vilaseca, un acérrimo coleccionista centrado en el vinilo que nos cuenta que pese a no haberlos contado, la colección de su almacén de Igualada reúne unos 20.000 ejemplares. Hablando de grupos, los reyes de esta Fira están claros: The Beatles. Están presentes en todos los stands y tal y como nos cuentan, la gente sigue viniendo a buscarlos, aunque para Ramon, no existen fronteras de géneros para la buena música: "la buena música es aquella que trasciende en el tiempo. Actualmente hay muchos que sobreviven gracias al éxito inmediato, pero es solo coyuntural. Los clásicos siguen siéndolo siempre". También le preguntamos por Internet: "La gente más joven tiene toneladas de música. Mi hijo me cuenta: tengo la discografía completa de Neil Young. Mi respuesta es: ¿cómo la tienes? Muchas veces no se diferencia ni el álbum, ni el año de edición, ni muchas otras cosas".
Nos paramos también en el stand de Egara Discos, afincados en Terrassa, y esta vez sólo centrados en los CD's: rarezas, CD singles y directos. Impresiona la cantidad de curiosidades que podemos encontrar en esta parada, que durante el resto del año vende exclusivamente a través de Internet: "A nosotros Internet nos ha hecho bajar ligeramente en las ferias. El ciente puede comprar durante todo el año, no tiene porqué esperar a la cita anual". Hablamos también sobre la figura del coleccionista, sobre descargas y sobre crisis, y lo tienen claro: "Internet no cambia las cosas en ese sentido. Quien era coleccionista antes, sigue siéndolo ahora." Aunque sí reconoce la parte negativa: las nuevas generaciones no lo consideran un asunto cultural. "Así como regalar libros se considera regalar cultura, la música para mucha gente y cada vez más es algo que escuchas accidentalmente en el coche, en la radio o mientras haces otras cosas. Eso sólo puede cambiarse educando".
Xavier Hurtado, organizador de el evento, no da abasto en su stand, uno de los más extensos de la feria. Conseguimos conversar con él y, coincidiendo con las opiniones anteriores se muestra muy satisfecho del resultado de la Fira: "el balance es muy positivo, incluso hemos crecido con respecto a otros años". Igualmente, aunque el perfil que vemos es mayoritariamente masculino y de mediana edad, para Xavier "siempre hay un público fiel, pero se acerca gente de todo tipo".
Al hilo de nuestras impresiones, justo ayer leíamos en El Periódico de Catalunya un artículo de Joan Barril titulado "El desamparo de los sin papeles" en el que, con palabras certeras el periodista se imbuía de una sensación de fin de época al abordar el asunto cultural desde el punto de vista del papel, concretamente, de la nostalgia del papel. Tras nuestra visita a la Fira nos da por pensar en esta nostalgia del disco. Se trata realmente de una manera distinta de escuchar y de concebir la música, de dotarla de tiempo, de atención. Contrariamente a lo que pudiera parecer, sus profesionales y aficionados no consideran Internet como un enemigo, sino como un aliado, que puede permitirles acceder más rápidamente a nuevas recomendaciones o a nuevos coleccionistas. Pero para ellos la música es algo más que un fichero inmaterial: el formato disco tiene su razón de ser, lo entienden, lo interiorizan y dan la impresión de conocer al detalle cada uno de los ejemplares contenidos en su haber. Y pese a todo, no podemos evitar una cierta sensación de melancolía al salir del recinto. ¿Durante cuánto tiempo más existirá gente que valore el disco físico, que lo entienda como algo que puede estar vivo? ¿Acabarán los coleccionistas musicales convertidos en los nuevos anticuarios?
Para terminar volveremos a las líneas finales del artículo de Barril, en las que reproducía una frase de uno de los clientes de una tienda especializada: "Somos menos, el papel será más caro, pero se está acercando el momento en el que lo que vamos a escribir y el lugar sobre el que escribiremos será el gran encuentro entre arte y artesanía". ¿No será quizás el posible camino también en el mundo del coleccionismo musical?
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