Christina es veterana pero sus trabajos suenan frescos y vivos como nunca. Tu labio superior, su anterior trabajo, vio la luz en 2008, y los medios pero sobretodo el público lo recibió como agua de Mayo. Algo así sucede con este recién estrenado disco, La joven Dolores, que en esta ocasión está cantado (y contado) íntegramente en castellano. Su título no es casual: el conjunto de canciones está impregnado por un tinte nostálgico, que salta hacia atrás, hacia playas y otros escondites. Hacia historias personales con barcos e islas. Este ambiente se palpa claro en títulos como Jorge y yo.
Y es que la lírica es uno de los puntos fuertes de Rosenvinge. Con influencias declaradamente femeninas como Alejandra Pizarnik o Anne Sexton, las letras tratan múltiples puntos de vista del amor, basándose incluso en historia antigua y mitología para escribirlas, como contaba en esta interesante entrevista. Así, dentro de su estilo lánguido y fundente, este disco sigue presentando letras susurrantes y trabajadas, evocadoras y provocativas.
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Respecto al ritmo del álbum, se trata de un disco tranquilo y lineal, que da comienzo con una suave Canción del eco y va animándose ligeramente a medida que avanza. Entre ellos se encuentra el single con que ha presentado este álbum, Mi vida bajo el agua, uno de aquellos temas que a la primera escucha parecen adherirse a nuestro córtex para no salir de ahí. Pese a echar de menos algún corte más al estilo incorrecto de Tu boca o Negro cinturón, (por referir alguno de sus temas más recientes) el resultado final de esta joven Dolores es agradable y completo, manteniéndose fiel al estilo de Christina. ¿Y no era sino eso lo que esperábamos?
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