miércoles, 12 de diciembre de 2012

Músicas de invierno

Me gusta el invierno. Me gusta porque salgo del trabajo de noche, y aunque parezca más un inconveniente que una ventaja, salir a oscuras me regala un pequeño placer: un trayecto a pie de unos 20 minutos con música nocturna. ¿Existe la música nocturna? ¿Existe la música de invierno?
Quizás sea pretencioso contestar esta pregunta, pero es mi espacio y me mojo: sí. Existen canciones, melodías, que nos apetece escuchar a la luz de las farolas, bajo un paraguas o al refugio de una manta. Y suele pasar que estas músicas, y mejor en soledad, te llevan a un estado distinto, un estado que no sé bien con qué palabra definir: ¿Recogimiento? ¿Reflexión? ¿Transcendencia?
Y es que el mundo a veces parece que te guiñe un ojo. Hoy venía disfrutando yo de este paseo con banda sonora, cuando mi mente me ha llevado a pensar sobre una noticia que leí hace poco. Un grupo de científicos han iniciado un estudio que pretende demostrar si vivimos o no en un universo informático. No en el sentido tecnológico, sino en el sentido de un universo creado por la informática, un microcosmos artificial. ¿Tendría sentido pensar que generaciones posteriores a la nuestra hubiesen avanzado tanto como para recrear un universo y estudiar su desarrollo?
En eso pensaba yo, cuando empecé a detectar esas bromas que te gasta tu entorno: una pantalla de error de windows en el metro, caras que se parecen muchísimo a gente a la que conociste en algún momento de tu vida, la canción Universos infinitos en tu modo aleatorio tras una letra que pintaba a unas estrellas que nos miran desde el cielo... Pues bien, todo esto podría llevar a todas partes o a ningún sitio. El caso es que para la pregunta de si soy un avatar en una partida de Sims de alguien del siglo XXX, tengo una respuesta clara: no me importa, merece la pena sin dudarlo. Aunque solo sea por los momentos de introspección bajo la luz de las farolas. Por la inspiración, por el arte, por los guiños. Y es que si realmente hay alguien siguiendo todo esto desde algún punto, debe estar alucinando.
Sin más, termino con una canción de invierno. Karma Police, Radiohead. Termina mi viaje de metro. Un placer.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Strange things do happen

Me quedan pocas fuerzas después de este jueves, pero me quedan ganas de compartir algunas cosas en este espacio, empezando por esta mañana. Me desperté a mi hora habitual, todavía con la cabeza en la noche de ayer, noche de miércoles, que desde hace más de un año significa verse y disfrutar de un par de tragos entre amigos. Te lo garantizo: ¡la semana se ve diferente!
En este punto me estoy dando cuenta de que el formato redacción de escuela no me está funcionando. Noto el cansancio y se me hace eterno pensar que tenga que explicarte que me he comido dos sandwiches en el patio de la universidad, mientras miraba los peces del estanque. (¿Seré la única que mira los peces?) En definitiva, trabajo, examen, autobús, metro... Pero con todo y con eso, un buen día. Porque es en los días "normales" donde, si uno se fija bien, pasa lo más extraordinario. Ratos en el bar de la facultad con risas de antes de entrar a examen, compartir unos palitos, encuentros casuales que no creo que lo sean y que dan como resultado conversaciones que reconfortan y acompañan, descubrir libros de los que emocionan, que Spotify te sorprenda con su modo aleatorio, ese que parece que te lee la mente.
En una de estas sorpresas, mi hilo musical me ha regalado esta canción. Incluida en una lista llamada "Música para mirar estrellas", la descubrí en la película Bon Appétit. Se trata de Strange things will happen, de The Radio Dept. No recuerdo exactamente el argumento de la película, pero recuerdo que lloré con ella, que tuvo algo que me emocionó (lo reconozco: ¡soy facilona para esas cosas!) y esta canción tenía un lugar central en el film. La letra se adapta perfectamente a mi día de hoy...
Hoy ha sido un día bonito, sin decepciones, sin grandes expectativas... ¿Descubriste al final que las cosas más extrañas suceden si las dejas?
Y sí, son cosas pequeñas, pero grandes. Y están ahí, sólo hace falta sintonizar, ponerse las gafas adecuadas y mirar alrededor. ¿Cómo reconocerlo? Cuando ante algo que te despierte una emoción te preguntes: ¿qué probabilidad había de que esto pasase aquí y ahora? Entonces lo tienes delante de tí. En fin, perdona el misticismo, pero me siento bien y quería compartirlo. Y por supuesto, aquí tienes mi banda sonora.

PD: A esto los medievales lo llamaban "lo maravilloso", y formaba parte de la realidad como lo era su casa o su trabajo. Quizás deberíamos recuperarlo?

lunes, 12 de noviembre de 2012

Thinking about Lana...

Después de una tarde de biblioteca y trabajo, me regalo un ratito en el blog para contarte algunos pensamientos que han cruzado mi mente durante el día, al hilo de un asunto, como siempre, musical. Ayer, sin querer o sin querer evitarlo, tropecé con los premios EMA en la MTV. La música más comercial del momento, actuaciones en riguroso playback algunas, voz en directo en otras y mucha puesta en escena, ¡a veces cuesta resistirse! Pues bien, en un momento de la gala apareció Lana del Rey. Sí, esa chica lánguida y con cara triste e inexpresiva que aparece en todas las marquesinas de H&M. Es curioso, hasta entonces, lánguida e inexpresiva eran los únicos adjetivos que me venían a la cabeza cada vez que me tropezaba con su imagen. Incluso le había dado alguna oportunidad a Video Games, y la canción me había dejado la misma sensación aguada que me dejaba su perfil en las fotos.
Esta mañana, no sé porqué ni porqué no, he decidido darle una segunda oportunidad a su música. Su estética llama la atención, tiene montones de fans, he pensado, algo tendrá. Pero en vez de eso, he tropezado con su historia personal. Resulta que Lana del Rey es un personaje ficticio (hasta ahí nada nuevo), pero calculado al milímetro, hasta el punto de haber sido modelado a base de bisturí. Parece ser que la ni el nombre ni la imagen original de Elizabeth Woolridge eran suficientemente buenas para el mercado. Lo intentó como Lizzy Grant, en un proyecto previo que fracasó, hasta que su representante decidió convertirla en la reencarnación contemporánea del Hollywood dorado de Dean, Sinatra y Presley. Nada podía quedar fuera de control: incluso el nombre del proyecto, una combinación entre Lana Turner y el automóvil Ford Del Rey del 81, fue elegido por su mánager. A partir de ahí la historia es conocida. En apenas un año, Lana del Rey ha llegado desde los números uno a las entregas de premios, a los catálogos de moda. Pero, ¿a qué precio?
Hoy escuchaba Born to Die, y veía fotografías de Elizabeth y de Lana. Retoques quirúrgicos innecesarios (que ella niega insistentemente), una voz sin pasión, dejar atrás quien eres para pasar a ser... distinta. Distinta hasta el extremo, una barbie preciosa pero de plástico, perfecta e inalterable en su pose decadente. Y es que quizás Lana, al repasar el Hollywood dorado no tuvo en cuenta la cara oscura de mujeres como Marilyn Monroe o Natalie Wood: mujeres partidas en dos que apareciendo perfectas ante las cámaras se consumían por dentro en una nube de miedos, sin llegar a saber nunca qué fue de su antiguo yo. Esto andaba yo pensando, y Born to die, cada vez me enganchaba más. Me sonaba más triste y deprimente que nunca.


Ciertamente, es pronto para todo esto. Lana del Rey acaba de lanzar su carrera y está en un buen momento. Pero si esto pasa, ¿habrá merecido la pena?

jueves, 8 de noviembre de 2012

Una per-versión emocionante: The Boxer

Recuerdo que una de las primeras secciones que arranqué en este blog hace ya dos años (¡dos años!) fueron las Per-Versiones. Y es que siempre he tenido debilidad por los covers, y sobretodo por la incertidumbre de no saber qué es lo que hace que una canción sea siempre ella misma, la inteprete quien la interpreta, aunque cambie completamente su significado. Me fascina creer que las canciones tienen una existencia independiente a su creador, que como decía Stravinsky, él solo fue el recipiente por el que pasó la Consagración de la Primavera.

Por este rincón perverso han pasado nombres como MGMT, The Killers, Britney Spears, Michael Jackson o Bee Gees. Hoy es el turno de Simon & Garfunkel y un tema que me encanta: The Boxer. Aquí lo tenemos en su versión original.



Después del gran éxito cosechado con Mrs. Robinson, el dúo lanzó esta canción como siguiente single en el año 1968, y estaba incluida en su último disco Bridge over troubled water, o como les gustaba llamarlo por estos lares, El puente sobre aguas turbulentas. ¡Gran costumbre en desuso la de traducir los títulos!

Pero si he escogido esta canción hoy, no ha sido al azar. Si me conoces, sabes que no creo en las casualidades y en el mismo día me asaltaron dos versiones de esta canción que consiguieron ponerme los pelos de punta por diferentes razones. La primera es de Mumford & Sons y se incluye dentro de su álbum Babel, acabadito de salir del horno. Ciertamente, casi les había dado carpetazo a estos londinenses: su crecimiento está siendo muy rápido, casi diría que demasiado (lanzar su segundo disco y al poco tiempo un documental sobre su gira me parece un tanto... ¿pretencioso?) y considero que el gérmen es muy bueno, pero falta una buena destilación para perder el punto cargante que puedes detectar cuando ya has escuchado cinco canciones seguidas.

Pero ahora es cuando me trago mis palabras y digo que la versión de The Boxer es perfecta. La historia del chico que huyó de su casa para sobrevivir en las calles de Nueva York suena dura y rota en esta versión de Marcus Mumford y los suyos junto a Jerry Douglas, y la intensidad del estribillo es eléctrica. No en vano, Paul Simon también aparece en ella.



Y la última y más increíble y verdadera razón de la existencia de este post. Cecilia. Sí, la del Ramito de Violetas; la de la melena y la sonrisa, la que se fue demasiado pronto. Una grabación de un directo remasterizada se publica en 2011 y creo que todavía no he podido cerrar la boca tras escuchar su versión de esta canción. Una sorpresa tremenda, no sabía siquiera que Cecilia hubiese cantado en inglés, tampoco había oído nada que no fuesen sus canciones en estudio. Así que oírla presentar esta canción de su autor favorito (ciertamente, Cecilia fue su bautismo artístico en honor a la canción de Simon) con rabia, incluso con errores, pero a la vez sin perder esa serenidad que le intuyes, me emociona. Y me hace pensar. ¿Se le ha hecho justicia? ¿Cuadra esa imagen tibia y hasta ñoña que se tiene de ella con lo que representaba Cecilia en la España de los 70? Podría extenderme más, pero prefiero dejarla hablar a ella. El vídeo a continuación es un montaje con el audio original remasterizado, junto a imágenes de una actuación en TVE, escuchadla a partir del minuto 0:17...



El post llega a su fin. Espero que te haya gustado, si has llegado hasta aquí. Y ahora viene el momento de la dedicatoria. Post especial para personas especiales: mis padres. De hecho, ¿sabías que estuve a punto de llamarme Cecilia?

lunes, 5 de noviembre de 2012

Unas cuantas letras con ojos entreabiertos

Acabo de volver a casa (¡mi casa!), después de un día más ajetreado de lo normal. Y es que cuando una abre los ojos por la mañana a un par de miles de kilómetros y acaba la tarde yendo a la universidad y pasando sin remedio por la tienda Movistar más cercana, pierde una la noción del tiempo y del espacio, y bien puede parecer que hiciera tres meses o diez minutos que pasaste de 7 a 17 grados.

Pero aquí estamos otra vez. Parece que últimamente mi blog se compone de entradas "de vuelta". No voy a engañarte, ya que me lees: me planteé (otra vez) cerrar el blog. ¡Pero se resiste! No acarreo nada, me gusta tenerlo y disponer de él para contar y compartir lo que me apetezca y cuando me apetezca. Quizás hayas sido tú una de esas personas que me ha dicho algún día que le había gustado un disco que había recomendado, o que había descubierto una canción que le había hecho ver estrellitas de colores gracias a este espacio. Pues bien, si es así, ¡tú tienes la culpa de que esto siga abierto! No me queda otra que darte las gracias.

Este será un post de vuelta, pero inevitablemente viene acompañado de música. Parece que el movimiento del día me traiciona, y creo que para evitar males mayores prefiero reservarme algunos temas más densos para otro día de ojeras menos profundas. Hoy simplemente voy a dejarte una canción: I'm only sleeping, de The Beatles. Parece mentira, pero nunca dejarán de sorprenderme. John Lennon escribió este tema para el álbum Revolver, publicado en 1966. Producido por George Martin (¡qué importante es un productor!), el disco exploraba territorios nuevos para el grupo, como la psicodelia de Tomorrow Never Knows, que también contaba con influencias orientales o los acompañamientos alternativos, como el célebre cuarteto de cuerda de Eleanor Rigby.

¿Porqué I'm only sleeping? Porque probablemente sea la canción que mejor describe los "cinco minutos más". Lennon tiene sueño y sólo quiere que le dejen dormir; el resto le da absolutamente igual. Si decís que es un vago, no os hará ni caso, los locos sois vosotros. Vamos, que ni le toquéis. A más de uno y de dos nos suena, ¿verdad? Os dejo un enlace con la letra (y su traducción). En cualquier caso, disfrutadla. La entonación de Lennon es perfecta para ese momento de ojos entreabiertos.



Y volviendo a mi día de hoy, puede sonar típico y tópico, pero los viajes dan, por lo menos a mí, una nueva perspectiva de las cosas una vez se vuelve a casa. Traigo nuevas ideas, estreno conexión (y esta vez decente) a Internet y vengo con la productividad disparada. ¡Parece que mientras menos tiempo me queda, más cosas hago! También vengo con energía; ahora, con toda probabilidad nada más caer en la cama me desenchufe y hasta mañana no sepa ni dónde sueño, para terminar diciendo aquello de Please, don't wake me... ¡Pero habrá merecido la pena!

jueves, 30 de agosto de 2012

Una vuelta distinta

Se terminaron las vacaciones de verano y aquí estamos de nuevo. Igual pero distinto. Este es el primer post que redacto desde mi nuevo espacio, donde me instalé hace un par de meses y que hoy por primera vez cuenta con una precaria conexión a Internet. Lo que da de sí el pobre pinganillo, vaya.

También ha sido una vuelta al cole distinta por más razones. Casi por primera vez, he empezado totalmente recargada, después de unas vacaciones de agenda intensa, pero en las que ha habido tiempo para todo. Incluyendo también tiempo para todo tipo de músicas, desde el relax inspirador de las piezas para piano de Debussy, o los conciertos para violín de Haydn en la enérgica versión de Giuliano Carmignola, a la música de Frank Zappa o Paul McCartney, pasando por mi últimamente inseparable Christina Rosenvinge, los inevitables éxitos veraniegos de Gustavo Lima y compañía, o las versiones verbeneras que se oyen (y se bailan) en las Festes de Gràcia.

En definitiva, ¡parece que tres semanas han cundido! Y hoy, la verdad, no es que tuviese nada especial que contar. Pero me hacía ilusión escribir, estrenar post, estrenar ordenador, estrenar conexión. Aunque ya puestos, confieso: Me he comprado una caja de doce colores pastel. Y no, no tengo ni la más mínima idea de cómo utilizarlos. Pero me han mirado desde el aparador de la papelería y no he podido resistirme. Eran preciosos. Cuando le he dicho a la dependienta que nunca los había utilizado, me ha contestado: "No te preocupes, si te gusta dibujar...". A lo que le he contestado que no sé, que habrá que descubrirlo. Por la cara que ha puesto no creo que haya captado mi amor irracional por el material escolar, pero de cualquier manera, ya sean unos colores que parecen ceras para adultos, un nuevo disco o un próximo viaje; el próximo curso habrá que descubrirlo, ¿no?

miércoles, 8 de agosto de 2012

Músicas de verano

He aquí un post veraniego, desde mi retiro habitual por estas fechas. Por fin, parece que el tiempo pasa más despacio y que se le permite a una ocuparse en, digamos, lo que le apetece en cada momento. Escuchar aquellos discos que requieren de más tiempo o de un estado de ánimo especial o leer aquel libro que llevaba esperando su turno desde hace ya algunos meses. O porqué no? Volver a re-escuchar hasta el extremo un álbum que pasó desapercibido sin saber muy bien porqué.
Pues bien, de todo esto tengo ejemplos estos días. El Jo confesso de Jaume Cabré se ha venido en mi maleta y, pese a que por su tamaño alguno pudiera echarse atrás, hace tiempo que aprendí a no dejarme intimidar por un simple número de páginas. De haberlo hecho, me habría perdido grandes historias como Crimson Petal and the White de Michael Faber, o esta magnífica novela de Cabré, que no deja de sorprenderme en ni una sola de sus páginas.
De todas formas, este es un blog musical, y uno de los álbumes que me ha asaltado estos días entra en esa segunda categoría, la de discos redescubiertos que, sin saber porqué, habían quedado guardados en el cajón. Se trata de Verano Fatal, de Nacho Vegas y Christina Rosenvinge.

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A poco que conozcamos a los personajes, este EP de siete temas corre el riesgo de ser víctima de adjetivos como gris, lánguido o incluso, pretencioso. Ciertamente, no son una pareja al uso, ni mucho menos son la alegría del barrio (el tema Humo acaba por desmoronarme incluso a mí). Pero precisamente conociendo qué piezas tenemos en el telar, el toque canalla que arranca desde la portada y la sensibilidad sincera en temas como Me he perdido o el mismo Verano Fatal nos regalan una sensación extraña: la de espectadores intrusos en la relación de estos dos personajes. Y es que mirar por el ojo de la cerradura del cuarto de Vegas y Rosenvinge suena tentador, verdad?
En cualquier caso, fatal o no, espero que estéis disfrutando del verano con una buena banda sonora.

PD: Disculpad si hay algún error en el post. Ando probando la publicación vía dispositivo móvil, pero soy tan romántica que primero he escrito todo este post a mano!

lunes, 4 de junio de 2012

Amor a primera vista

Hoy un disco se me ha tirado encima en FNAC. Bueno, quizás no en un sentido literal, pero hacía mucho tiempo que no me pasaba algo así: un flechazo total que no he tenido miedo a seguir y que me ha hecho reabrir este espacio personal. Y no en cualquier momento, sino en este período de estudio en el que, en principio, Libertad Sonora tenía que quedarse, agrícolamente hablando, en barbecho.

La verdad es que nunca me planteo qué compraré cuando entro allí. Siempre digo que algo vendrá a buscarme y querrá venirse conmigo, como una manera de tentar a la intuición. Con la idea de que fuese un libro, me he dispuesto a hacer el recorrido habitual por la tienda. Pero no he podido. Había un disco puesto, la voz me resultaba totalmente familiar, pero no sé porqué, me ha hecho darme la vuelta y empezar a intentar averiguar qué era aquello y porqué me hablaba a mí. No me han servido aplicaciones de móvil, no he conseguido adivinarlo en los expositores, dudaba en preguntar al chico, por aquello de si no era su sección... Vergüenzas tontas que tiene una.

De todas maneras, no debí ser muy discreta en mi deambular por el pasillo, ya que el propio chico salió de detrás del mostrador para preguntarme si necesitaba algo. Y sí, creo que he hablado en voz más alta de lo habitual: "Sí. Querría saber qué está sonando".

Novedad, y de oferta, no he dudado ni un segundo: ése era el disco que hoy tenía que comprar. Mi sorpresa ha sido más que agradable cuando he descubierto que se trata de un álbum optimista, que habla de crecer, de reconocerse, de no hacerlo solo. Lo firma John Mayer bajo el título "Born and rised", disco del que desconocía su existencia por completo. Quizás para algunos no sea nada especial, pero para mí ha sido un amor a primera vista.

Os dejo una canción a modo de muestra, Shadow Days. Sí, el chico guapo se ha dejado greñas y barba, pero canta honestamente cómo los días sombríos terminaron, cómo él es simplemente, un buen hombre con un buen corazón. Así que, gracias por venirte conmigo.


lunes, 16 de abril de 2012

Running away on a Sunday morning

After some days without writing, I've felt compelled to get back to it again. Today I want to share with you today one of my pleasurable hobbies: to run away from the city and escape to the mountains. I enjoy discovering paths of the more or less wild areas in my region, as far from civilization as I can be: taking the car early in the morning with some friends and spending the whole day out, trekking all around. Of course, there is no need to do so every week: if you feel like it, there are many fine options, or you may have, for example, a busy day.

In my case, I'm lucky to live in an area which, though being an urban city, is surrounded by nice places where you can go in almost the twinkle of an eye. And today, this is what I did: with one of my closest friends, we went up the hill and tried some new paths for a few hours. Why? It's difficult to sum up: to step upon the earth instead of cement, to be shrouded by trees instead of streelights and maybe some bicycles instead of cars. And also, the strange and nice conversations which grow in an environment like that. 

A musician who also likes mountains (among other things, I suppose) is Joan Colomo. He is a catalan songwriter who makes music that is quite difficult to describe. He has a strange voice that can go from being soft and whispered to strong and comical, lyrics that relate to people and society or compare falling out of love with a dead vegetable garden. Anyway, he has something in his music that I am addicted to, and I had a very nice time on Friday, when I had the chance to see him live (again).

So, I think he should be the best soundtrack for this post with a song called "El fong i el llangardaix" (The fungus and the lizard), a song that talks about all kind of life: life that appears everywhere, life that conforms to everything, even lives that pass away. And the video that accompanies it reflects this forest magic, being shot in the Montseny mountains, not too far from home. Enjoy!


viernes, 6 de abril de 2012

Lamentaciones de Jueves Santo

Today is Maundy Thursday, Jueves Santo, as we say. This week, there are lots and lots of processions going on every day, even though this year the rain (again) has prevented some of them. Anyway, today I won't write an analysis of the processions, how you should or should not feel toward them. I preffer to think in these days as a chance to revive spirituality, in any form that you preffer. Christianism has impregnated our society and our culture, and specially our art, so I will take advantage of this chance to remember the huge amount of wonderful sacred music that has been written in the course of the centuries. Particularly, today I discovered a piece especially written for this day: Lamentaciones de Jueves Santo, by Juan Gutiérrez de Padilla, a composer born in Málaga (Andalusia, Spain) at the end of the XVI century.

Personally, I love to listen to spanish polyphonic music from the Renaissance on days like this: Cristóbal de Morales, Francisco Guerrero, Tomás Luis de Victoria. All of them great composers whose sonorities, heard from today, can throw you directly into the past and connect you with some part of yourself which appeared forgotten. Gutiérrez de Padilla was not that well-known, maybe. Maybe it was because he left to Mexico, territory of what was then known as New Spain, when he was 32. There, he developed his career as maestro in the Puebla cathedral, composing masses, motets, psalms, responsories, hymns, a litany and even a St. Matthew Passion, works that make him equal of any peninsular composer of his age in both talent and technique, according to scholars. Apart from this Latin sacred music, he wrote numerous vernacular villancicos, intended for the large and enthusiastic crowds attracted to services at Puebla cathedral, in which he included examples of musical styles popular among working-class people from various ethnic backgrounds. As Michael Ende used to say, but that is another story and shall be told another time.

Let's go back to the piece I wanted to share with you, the Lamentations for Maundy Thursday. In my case, I like to close my eyes and mesmerize. This feeling can take you inwards, something that, with the appropiate attitude of mind, can be a transcendent experience that only art can lead you to. Enjoy.


martes, 3 de abril de 2012

I'm (not) only happy when it rains

Today has been a rainy day in Barcelona. Quite unusual, because for the last few weeks you could almost anticipate summer, but April wants to drives us mad, it seems.

Being a Tuesday, I had to work. And I, as lots of people (I guess), enjoy rainy days more being at home than when locked up in an office. Anyway, I tried my best to make the most of the grey sky and the wet weather by listening to music, something that my job, fortunately, allows me to do.

So I chose an album to accompany the weather, and even though the post's title comes from a Garbage song, my choice today was Coles Corner, an album by Richard Hawley which I discovered some weeks ago. I came across it following a streamed interview on a newspaper's website with the singer and songwriter of a spanish band called Sidonie (maybe another day I can introduce them to you...). Marc Ros, the band's leader, was explaining his musical recommendations to the audience, and I thought it was a good idea to create a Spotify list. Amongst the list was this album.



After playing guitar on tour with Pulp, Richard Hawley started his solo career in 2001. His voice sounds deep and velvety, and it can't help but make me feel nostalgic. I confess that I haven't heard any other of his albums, just this one, which came out in 2005, and I like the feeling of it: the strings and arrangements, the slow tempos. Today, when I was working at my table, I enjoyed imagining I was elsewhere, drinking something, with a low light, and of course, the rain falling outside. The combination of melancholy and happiness can be a great feeling, all the better if there is music on in the background and raindrops against the window.

lunes, 2 de abril de 2012

Flashes of a dim and distant crush

Once started, the task is to carry on! So, here I am with my second post. During the day, I've been thinking of what to write, trying to focus in on everything that comes to me, new music or issues, or maybe not new, but at least something that catches me in some way. And, as always when you are receptive, it comes. Listening to some new recordings of classical music, I bumped into a new rendition of a collection of pieces that I have had a special relationship for a few years now. These are the Cantigas de Santa María, written by the medieval king Alfonso X of Castile, called The Wise.



I admit: I have a crush on the medieval age. I've always loved reading about  history, visiting places, imagining moments in those supposedly grey times. Maybe it seems childish, all those stories of castles and kings, and maidens, and poets. Those courtiers worrying about their courtly loves meanwhile the peasants not even being able to change their clothes, which, I add, were actually quite different (and nowhere near as pleasant) as those we see in films.

But beyond that, there's something more appealing to me from those centuries. The way we are connected to them, to the people who lived and died then, to people who -after all- feared, longed, and (sorry for the cheesy moment), loved. And as well as this, they also created, and wanted not to be forgotten. And this is when music comes in.



Alfonso X of Castile lived between 1221 and 1284, over sixty years, which was a pretty fine age to reach in those days. In addition to all his conquests, battles, women, sons and daughters, he was known as "The Wise", because he had a royal scriptorium which was responsible for the creation of lots of written works, in which he participated actively. Many different issues were addressed: maths, astronomy, chess, law, history; working together with a group of latin, hebrew and islamic intellectual men, known as the Toledo School of Translators.

And yes, music formed a part of that huge collection, being the "Cantigas de Santa María". They were a group of lyrical songs, written in the Gallician language, with a religious approach that praised the goodness and highness of the Lord, and above all, the Virgin, who is sometimes treated as a beloved one, in the most earthly sense of the word.

Those were the pieces I first played when I performed medieval music for the first time (did I mention I play violin?), and they caught me. I still play them (the full collection includes 420 songs!) and their sound is truly magical to me.

Anyway, I don't want to make this post too long, so I'll finish with introducing the album I heard today. Cantigas de Nuestro Señor, by Eduardo Paniagua and his ensemble (the same as the group performing in the youtube clip above), includes some of the songs devoted to the figure of Christ. I just hope after all these lines, that you can hear a bit of it and feel a little closer to that time and those people. I can't help but do so. Enjoy!

domingo, 1 de abril de 2012

El lunático en la hierba

Con la excusa de preparar un examen de inglés que se acerca peligrosamente, he decidido abrir un nuevo espacio, un hermanito para LibertadSonora. Se trata de The lunatic on the grass, un blog donde en resumidas cuentas, seguiré explicando estas cosas que me pasan y me rondan, y que inevitablemente llevan una banda sonora detrás.

¿El título? Sirva de homenaje a Pink Floyd, con esa cita de Brain Damage (una de mis preferidas, se encuentra en el álbum Dark Side of the Moon, 1973). Ya lo cuento en mi primer post allí: la letra a primera vista puede no parecer demasiado optimista: locura, apartarse de los demás, perder el norte. Pero, ya sea porque pasaron muchos años de oír esta canción sin entenderla, o por el peso que la propia música tiene en ella, a mí me lo parece. Optimista, incluso alegre. Porque, ¿qué hay mejor que, incluso cuando te hayas perdido, alguien te espere en la cara oculta de la luna?


The curtain opens

Starting a new blog! Even though I know I'm really busy, even though I know the huge amount of time it takes, here I am. And being the lunatic on the grass! What a responsability... But sorry, I started a bit too directly, without "warm cloths", as we say in Barcelona. I'm a girl coming from this great city, born here, living here, working here. But if there's something important in my life, it's music. I have another blog (did I mention I am really busy?) called LibertadSonora, written in Spanish. At the beginning, I used to write about music in general, music news, nothing really personal. But after many attempts at making it better, even thinking of shutting it down, I decided it to make it more intimate, more mine.

And now here it is, this Lunatic on the Grass. A new sibling, written in English, to continue expressing myself on the internet, on my music, and sharing it with all of you, with those who are kind enough to read the words in this space.

So, I couldn't start with any other piece of music than the song itself: Brain Damage. From the album Dark Side of the Moon (1973), it's one of my favourites of Pink Floyd, a band which has always played an important role for me. Why do I like it? Because out of all the band's songs, this one seems to be crazily happy, strangely optimistic. And before someone starts saying something, I know, the lyrics are maybe not that happy, talking about losing your way in life, about falling apart from others, about madness.

In my case, I've been listening to this song since I could barely speak, and my feeling toward it have always been based on the atmosphere the music communicates. But anyway, all of us can get lost sometimes, and is there anything better than having someone waiting for us, even on that Dark Side? In addition, that Madcap laughing makes me think of a particular wild genius: the true lunatic on the grass. May that act as a tribute. Hope you enjoy. And welcome.

jueves, 29 de marzo de 2012

Sonatina para pies cansados (y algo de Cervantes)

Hoy estoy realmente cansada. Uno de esos cansancios que dan hambre, que dan gusto, que dan sueño. Pero de nuevo, siguiendo un impulso, vuelvo a sentarme a escribir otro rato, antes de darme por vencida y caer sin remedio en la cama. Momento que, hay que decirlo, una se recrea imaginando en días como hoy.

Hoy he dado un paseo inspirador. Voluntario sólo en parte, durante dos horas he caminado por calles de Barcelona por las que no había estado nunca, sabiendo que sólo dependía de mis pies, que tenía tiempo por delante. He recuperado sensaciones de un camino muy particular, que pese a haber realizado hace ya unos meses, no me abandona. Y es que sin metro, las distancias se hacen conscientes.
]
Hoy he escuchado también una nueva pieza musical que no conocía: Sonatine pour Ivette, del compositor Xavier Montsalvatge. Este año se conmemora el centenario de su nacimiento, y, lo admito, su obra nunca me había llamado la atención. En clase de lenguaje musical, los vivos siempre nos habían dado un poco de repelús. Pero claro, una se hace mayor, y afortunadamente la música sigue ahí, y tengo la suerte de tenerla muy presente en mi trabajo. Justo allí ha llegado esta Sonatina, que se estrenó en 1962. Una pieza para piano sin pretensiones, dedicada por el compositor a su hija Yvette. Y de las que me gustan a mí: que se dejan seguir, pero no te dejan descansar. Disonancias atacando tus expectativas de comodidad. Aquí os la dejo en una grabación de Alicia de Larrocha, no se me ocurre otra mejor.



He de decir que esta tarde, por un momento he pensado si había tomado la decisión acertada empezando a andar. La respuesta me ha llegado a través de una frase escrita con tiza en una pizarra:

"El que camina mucho y lee mucho, ve mucho y sabe mucho".

Este Cervantes...

jueves, 1 de marzo de 2012

El piano sin teclas de Simone Dinnerstein

Ha pasado algo de tiempo desde la última entrada. No es que no haya habido música estos días, supongo que la he ido dejando pasar. Pero si me gusta escribir es porque parece que coges los pensamientos y los atrapas, los describes, los retratas, los haces permanecer. Y quiero seguir atrapando esas músicas, así que, dejémonos de pereza, que es mala acompañante y siempre te pisa si la sacas a bailar.

He decidido dedicar la entrada de hoy a una intérprete que descubrí hace poquito a través de mi compañera Ester y su programa, MPClàssics. Es Simone Dinnerstein, una pianista americana con una historia curiosa. Parece no querer flashes, no es ninguna estrella del negocio: nacida en Nueva York, a los 35 años decidió grabar las Variaciones Goldberg, autofinanciando la producción del álbum. La magnitud del desafío es sorprendente: ¿cuántas versiones deben existir de la célebre obra de Bach?, ¿cuántas consideradas insuperables?, ¿cómo se posiciona una profesora de piano ante un Glenn Gould o un András Schiff, o ante las versiones historicistas de Leonhardt o Van Asperen? Sólo se me ocurre una respuesta. Quiso hacerlo y no le importó el resto: lo único que debió importarle a Simone fue mostrar a quien quisiera escuchar que aquellas variaciones también podían ser sus propias variaciones. Partiendo de ahí, el resultado no debería extrañar: fue todo un éxito de crítica y público que hizo despegar su carrera como intérprete.

El álbum con que la descubro es Something almost being said. Un título que hace pensar en ella, la que llega casi sin hacer ruido, para abrir una puerta que quizás hacía tiempo que habías olvidado. No hay más que leer el poema del que se extrae este título. Es de Philip Larkin, Los árboles. Árboles que aun sabiendo que morirán, renacen, no sin dolor, una y otra vez, y "parecen decir: el año pasado ha muerto; empezar de nuevo, de nuevo, de nuevo".

The trees are coming into leaf
Like something almost being said;
The recent buds relax and spread,
Their greenness is a kind of grief. 

Is it that they are born again
And we grow old? No, they die too,
Their yearly trick of looking new
Is written down in rings of grain. 

Yet still the unresting castles thresh
In fullgrown thickness every May.
Last year is dead, they seem to say,
Begin afresh, afresh, afresh.

Este disco incluye obras de Bach y Schubert, partitas e impromptus. Compositores y obras muy distintos, pero que en las manos de Simone fluyen y combinan de manera impecable.

Con ese ánimo de ser ella misma presenta un clip arriesgado por lo sincero, que en sí mismo ya es una obra de arte y que emociona nada más empezar: ella entra a un auditorio vacío, sus manos (¡qué pequeñas!) se acercan al teclado, y a partir de ahí, el Impromptu número 3 de Franz Schubert desgrana imágenes, vivencias, sensaciones y sobretodo, personas y amor. Cómo en el artículo de Ángeles Caso, Lo que quiero ahora (si no lo habéis leído, hacedlo inmediatamente clicando aquí), parece que distinguir lo esencial de lo superficial es lo que finalmente nos da la posibilidad de disfrutar de lo que somos y lo que se nos ha dado. A riesgo de que penséis que escribo esto tras una sobredosis de azúcar, prefiero dejar que el piano de Simone hable, sin prisas, por sí mismo. Un piano que, como pasa con los buenos, uno acaba por no recordar siquiera que tiene teclas.



jueves, 2 de febrero de 2012

"Els amants de Lilith", de Lídia Pujol

Hace unos días descubrí un trabajo de aquellos que sorprenden, emocionan y despiertan admiración a partes iguales. Se trata de "Els amants de Lilith", un álbum que la cantautora catalana Lídia Pujol publicó en 2007. Cuesta encontrar el punto para empezar a describir este disco. Precisamente porque es más que eso: es el resultado de un trabajo de investigación, de bucear en los poemas y canciones tradicionales, desde un punto de vista femenino. Canciones sobre mujeres que aman, mujeres maltratadas, mujeres valientes. Letras que nos acercan a un mundo pasado con una línea muy fina separando el bien del mal, pero con el que, como mujer, una no puede más que sentirse cercana; sentir como alguna conexión que no entiende de espacio ni tiempo se conecta con las historias que nos cuenta la voz de Lídia.

Son historias como la de esa hija del rey de la que su padre se enamoró, y a la que los celos de su madre condenaron a morir de sed; la de Beatriu, comtessa de dia, una trobairitz (sí, chicas trovador) obsesionada por un hombre al que confiesa las ansias que la consumen, o la de Caterina de Lió, una chica que por tardar más de la cuenta en terminar su colada al hablar con algún chico del pueblo, recibió un castigo más que severo por parte de su suegra y su marido. Historias inacabables que Lídia ilustra de manera inmejorable: su voz es expresiva, versátil, emocionante. Se mueve desde la ligereza, con voz limpia, alegre, que puede ser sarcástica o dulce, hasta el mayor lamento, que muestra frustración, rabia, incluso muerte. (No perdáis la oportunidad de leer todas sus letras en este enlace). Por supuesto, a poner el lazo a este regalo contribuyen unos músicos elegantes, con arreglos llenos de buen gusto, que acompañan la voz de Lídia Pujol y hacen crecer la descripción, la fotografía intemporal de estas canciones tradicionales.

Sé de buena tinta que cada apuesta musical de la cantautora catalana se trabaja al máximo, cuida la puesta en escena, la coherencia. Y eso se nota. Lamentablemente, hace ya mucho tiempo que la vi por última vez, espero poder repetir pronto, ya sea con estos "Amantes de Lilith", esa primera mujer que abandonó el Paraíso al no querer someterse a Adán en lecturas bíblicas extraoficiales, o con su "Cerimònia de la Llum", su última propuesta.

Pero ya os toca escucharla. No soy muy aficionada a las actuaciones en televisión. Aunque cuando alguien supera esa prueba no puede tomarse más que como otra muestra de calidad. Para los amigos que leéis desde fuera de Catalunya... Amèlia, la canción que comparto, cuenta la historia de una chica que se muere. Nadie sabe qué le pasa, pero ella tiene una certeza: su propia madre la ha envenenado. Antes de morir, hace testamento y al preguntar su madre cuál será su parte, ella contesta: mi marido, para que lo acojáis en vuestra habitación siempre que queráis, para que lo beséis de día, como ya hacéis de noche. No puedo evitar que se me erice el vello con ese "Mare meva, què m'has fet?", madre mía, qué me has hecho... Y ya me callo. Aquí la tenéis.



martes, 24 de enero de 2012

Debajo de las piedras

Recién llegada de un paréntesis en el mes de enero, me vuelvo a sentar a escribir. Parece que estos días la cosa anda revuelta, megauploads arriba y abajo, descargas sí, descargas no, libertad y libertinaje. Nadie cuenta con respuestas absolutas para esto, pero de cualquier manera, partimos de que Internet es una plataforma todavía muy reciente y en la que los cambios se suceden, como en aquella película de Mel Brooks, a velocidad absurda. Y claro, tanto legislaciones como las propias normas de convivencia se desarrollan siempre un paso o más por detrás de la propia realidad.

¿Mi posición? No puede ser. El "sálvese quien pueda" no es una buena política y si uno quiere respetar los derechos de los demás y que se respeten los propios, también deben existir las obligaciones. Me explico. Un supermercado tiene estanterías y estanterías llenas de comida. ¿Porqué pagarla si la necesito, literalmente, para vivir? ¿No sería mejor entrar y llevársela? Todos tenemos derecho a alimentarnos, que pague el que vaya al restaurante, pero el súper, para todos. Somos libres, ¿no?

Volviendo a la realidad cotidiana, la verdad es que estoy ya un poco cansada de ver como el papel del creador (incluyamos en esta categoría desde al más independiente al más comercial, tú eres quién decide el producto que consume) se pisotea una y otra vez con argumentos que apelan a una supuesta libertad del usuario. Resulta que una es músico y está bastante harta de pelearse por aquello de "si lo que os interesa es la promoción, mientras más gente te escuche mejor" o "si lo que da dinero es tocar en directo". Por no hablar de la ignorancia supina que se manifiesta en frases como "los músicos viven como quieren, mira Alejandro Sanz y David Bisbal".


Todo eso está muy bien, no voy a entrar a rebatir ahora cada una de estas afirmaciones, me escaparía del post. Y sí, las ventajas de Internet son muchas: la promoción, el contacto con tu comunidad de "fans"... Hay mucho que aprender y mucho que trabajar en este sentido, bandas como Love of Lesbian  son un ejemplo a seguir en este campo (no hay que perderse este link sobre su ponencia en l'Escola Superior de Negocis de Sant Cugat).

Pero ustedes me perdonen, vamos a lo que vamos hoy, y es que una cosa es compartir y otra cosa es mr. Megaupload. Lo sé, nos gustaría haber imaginado a este personaje de otra forma: un informático en pijama, manteniendo sus servidores, defendiendo la libertad en la red. Pero resulta que nos hemos encontrado un personaje impresentable que se ha hecho millonario a base de un portal que comparte (¿trafica?) archivos ajenos.

"Esto no mata la música: la música sigue adelante, hay músicos y bandas hasta debajo de las piedras", me dirá alguno. Pues bien, en mi opinión, si alguien no se arremanga sólo se consigue una cosa: que sigan debajo de las piedras.

PD: Sustitúyase música por literatura y se abre un nuevo panorama: ¿será el futuro de las librerías el mismo que el de las tiendas de discos?

sábado, 14 de enero de 2012

Sábado a lo Shirley Manson

Recuerdo que en la Nochevieja de 1998 pensé: "Este año ha sido perfecto". Visto desde hoy, probablemente no debió ser tan diferente de cualquier otro y tuvo como suele pasar, un poco de todo. Aún diría más, teniendo en cuenta que yo había cumplido trece años y mis emociones y hormonas no hacían más que subir y bajar de forma incontrolada, seguramente 1998 estuvo lleno de extremos: hoy risas, mañana llantos, tristeza absoluta, felicidad total y vuelta a empezar. Pero ciertamente, reconozco que me encanta el recuerdo que se ha quedado conmigo al final, y que ya intuí en aquel fin de año.

Si con algo se disparan las sensaciones y la memoria es con la música. 1998 fue el año de "Truly, Madly, Deeply", de Savage Garden (y de una María que suspiraba), de "Still the one" de Shania Twain (y de una María que patinaba sobre hielo, diría casi exultante, en el día de su cumpleaños), del "Crush" de Jennifer Paige (que me devuelve una sensación de facilidad, de verano) o del "Everybody (Backstreet's Back)" de Backstreet Boys (de la cual os podéis imaginar los recuerdos que tengo, siendo como fui una "fan fatal"). También fue el año del "Ray of light" de Madonna, que aún sigue siendo mi álbum preferido de la sacrosanta del pop, del "Bittersweet Symphony" de The Verve, que en el walkman me hacía caminar de manera diferente, o del "I don't wanna miss a thing" de Aerosmith. Ahora me doy cuenta, ¡cómo suspiré yo aquel año!

Que conste: uno de mis principios musicales es no renegar. Es decir: todas esas canciones y muchas más, seguramente mucho peores, me gustaron en su día. Y no sólo lo acepto, sino que me entusiasma volver a disfrutarlas una vez pasado el tiempo. Fue así como ayer, tropecé en la estantería con otro disco de ese año: "Version 2.0", de Garbage. Lo puse mientras me preparaba para ir a trabajar y tuvo el mismo efecto que hace 14 años. Entonces todavía quedaban unos cuatro años para que descubriese el heavy metal, y la voz de Shirley Manson era lo más próximo a una inyección de energía en vena. Shirley era una chica joven, era brusca, era sexy, cantaba con fuerza y languidez al mismo tiempo letras que clamaban: "creo que soy paranoica, manipúlame" o "cuando crezca seré estable y le daré la vuelta a la tortilla", adornada con frases que hablaban de medicación, estar encerrado o no dormir en toda la noche.

Garbage

Claro, me encantaba. Y me encanta. Así, cuando sé que necesito un refuerzo de feminidad, un plus de gamberrismo o un chute de energía, ahí siguen canciones como "Special", "Hammering in my head" o "Temptation Waits". Incluso cuando me apetece languidecer al más puro "estilo años 90", ahí están "Medication" o "You look so fine".

Así que hoy encaro el sábado a lo Shirley Manson. Y que sepáis que me he propuesto que en la Nochevieja de 2012 pueda decir de nuevo lo mismo que en aquella de 1998.



jueves, 12 de enero de 2012

Afrodisíacos para mentes adormecidas

A veces parece que la creatividad se nos resiste. La mente se duerme, y por mucho que una lo intenta, cualquier idea es una idea vaga, imprecisa, que siempre acabamos por juzgar como poco interesante y va directamente a la basura. Pasa cuando escribes, pasa cuando tocas tu instrumento, pasa cuando trabajas. Cualquier momento es bueno para que ese bloqueo, ese adormecimiento te ataque y caigas en un limbo de indiferencia. Un espacio en el que todos tus días son una copia del anterior y parece que te has quedado clavada, sin moverte en ninguna dirección.

Ante esto, no hay consejos universales, pero lo primero de todo es darse cuenta. Reconocer las señales de alarma y decidir que uno se niega a ser una ameba en modo automático. A partir de ahí, y dejando de lado la multitud de libros y artículos que abordan la cuestión de la creatividad, me apetece contaros mi remedio particular. Cuando casi sin saber me he perdido en la dichosa llanura desierta, siempre hago lo mismo: acercarme a algo nuevo. Necesito sentirme ignorante en algo, dejarme sorprender por lo que otros hayan conseguido, hayan pensado, hayan creado. Me sirve un libro de historia, un artículo en una revista, una novela pendiente, el disco que esperaba el momento de ser escuchado. Y sobretodo, me gusta pensar que estos afrodisíacos llegan a mí de manera orgánica, en el momento en que lo necesito. Que más que yo buscarles a ellos, son ellos los que me encuentran a mí.

Connan Mockasin

Hoy me permito recomendarte uno de mis últimos estimulantes: Connan Mockasin y su álbum Forever Dolphin Love. Probablemente no se parezca a nada que hayas oído antes, o se parezca a todo a la vez. Quizás te desconcierte la voz de este neozelandés, hasta te irrite. Quizás, como me pasó a mí, en un momento te des cuenta de que te has enganchado. ¿Psicodelia? ¿Neopop? ¿Electrónica? No me arriesgo a ponerle etiquetas. Crear es ser libre. Es saltarse barreras, ajenas, y sobretodo propias. Comerse las vergüenzas con patatas y enviar el resto a tomar viento fresco.

Acabo con una sugerencia: haz tu ruta de siempre con Connan en unos auriculares. No lo juzgues, simplemente escucha y fíjate en si algo ha cambiado. Y si te apetece, me lo cuentas.




PD: Un segundo vídeo sólo para los muy valientes. Diez minutos indescriptibles con una canción que te atrapa y surge de la maraña de sonido a partir del minuto 4. Se aceptan metáforas.


martes, 10 de enero de 2012

Esa extraña magdalena de Proust

En ocasiones, una sensación, un detalle, un momento, te transporta hacia un recuerdo olvidado, te hace dar un salto en el tiempo sin moverte de tu sitio. Es lo que le ocurría al protagonista de "A la búsqueda del tiempo perdido", de Marcel Proust, con su famosa magdalena. He de decir que me encantan estos viajes súbitos, que te cogen por sorpresa y te muestran o te provocan algo que no sabías siquiera que tenías.

Cova d'en Genís, Santa Coloma de Gramenet

Pues bien, resulta que este domingo salí de excursión a la montaña. Una salida un tanto descoordinada, pero que gracias a una mentalidad flexible, acabó convirtiéndose en una gran terapia de oxígeno sin estrenar para nuestros pulmones. Uno de nuestros puntos de parada fue la llamada "cova d'en Genís", un dolmen natural que, parece ser, fue utilizado por los celtas como lugar de enterramiento, allá por un lejano siglo IX antes de Cristo. Los números marean, pero sin pensarlo mucho, nos sentamos en aquellas rocas y dejamos que el aire y el sol nos tocasen la cara, las manos. Una charla ligera acabó transformándose en un silencio agradable, de aquellos que podrían prolongarse hasta el día siguiente. Y fue en ese silencio, sintiendo la piedra, el sol y el aire cuando cerré los ojos y me asaltó un pensamiento. Útopico, quizás. Romántico. Posiblemente. Pero pensé que hace cerca de tres mil años alguien estuvo en ese preciso lugar, donde ya se encontraba aquella roca sobre la que yo estaba sentada. Que quizás ese alguien cerraría los ojos al sol de la tarde, intenso como era el domingo. Y que si fue así, su sensación no pudo ser más que igual a la mía.

Lo sé, no es exactamente a lo que se refiere Proust. Pero esa conexión me resultó mágica, como mágico me resulta ese mojar un dulce en café y recordar qué pasó aquel día que creías olvidado. Y claro está, la música también tenía que aparecer. Y es que hace unos días me asaltó una emoción de esas que parten del estómago y llegan hasta el antebrazo, imposibilitándote ir más allá del momento presente. O pasado, según se mire.

Llegué a la redacción por la mañana, a mi hora habitual, y pensaba justamente en qué músicas podría encontrar ese día, si buscaría algo, ya que hacía un par de días que las canciones parecían resistirse a llegar y no hacía más que darle vueltas a las mismas listas de reproducción que han corrido por mis auriculares en los últimos meses. Pero ese día me esperaba un compañero con una sorpresa: "María, tienes que oír esto". (¡Quizás una de mis frases preferidas!)

Lo que me pasó el compañero fue un CD editado sin grandes ilustraciones ni grafismos, original, de música de órgano: "Bach in Arnstadt". ¿Dónde estaba lo que lo hacía especial? Sonreí al principio, pues al echarle un primer vistazo, me fui a fijar en si estaba protegido por derechos de autor, si sería radiable. Deformación profesional, supongo. Cuando mi compañero me dijo: sí, música de Bach, pero traída directamente desde Arnstadt, la ciudad donde el maestro trabajó en la primera etapa de su vida musical. Aún había más: ese órgano no era otro que el órgano Wender de 1703, el mismo que el propio Johann Sebastian habría tocado durante su etapa de servicio en la iglesia de San Bonifacio, edificada en 1683, y que se había restaurado a su estado original, del siglo XVIII.

De acuerdo, quizás sea por la musicología, por el violín barroco, por qué se yo. El caso es que, al escuchar las primeras notas de ese órgano, grabado en ese lugar, se me desdibujaron las formas a la vista. Mi mente salió de la redacción, y aún no sé qué cara debí poner, pero poco me importó. Esa sensación de conexión mágica estaba ahí y no pensaba dejarla escapar.

Quizás ahora sea vuestro momento. Aquí os dejo un fragmento de la célebre Tocata y Fuga en re m, escrita precisamente durante la estancia de Bach en la ciudad de Arnstadt. Interpreta Gottfried Teller, organista titular actual. ¿Quizás haya alguien que, como yo, sienta el poder de esta extraña magdalena?

viernes, 6 de enero de 2012

Natalie Wood y el sueño en claroscuro

Día de Reyes. Tras cumplir con las tradiciones habituales en un día como hoy (y que intento siempre disfrutar al máximo), ha llegado la también habitual tarde de relax, que antes una aprovechaba para jugar con las nuevas adquisiciones y ahora, pues más o menos para lo mismo, además de para dedicarse a lo que a una más le apetezca. Así, he optado por seguir indagando en ese lapso que me tiene atrapada: Estados Unidos, años 50. No me canso. El sueño americano, familias felices en casas de ensueño. Música de Sinatra, preciosos vestidos, hombres elegantes y mujeres perfectas. Claro.

Si un sueño es un sueño es precisamente porque uno acaba por despertarse. Y en este caso, toda esa fachada blanqueada escondía personalidades divididas, entre lo que se es y lo que se muestra, lo que se quiere hacer y lo que se debe hacer. Y si para alguien esa separación fue traumática y dolorosa, fue para las mujeres.

Sí, probablemente lo habéis adivinado. Esta tarde he visto un par de capítulos más de la serie Mad Men, que con el telón de la publicidad de fondo, retrata todas esas dobleces y escondrijos de la década de las últimas estrellas de Hollywood. He mencionado antes a las mujeres. Y ya que hablamos de Hollywood, me apetece presentar hoy una de las historias que más me ha atrapado: la historia de Natalie Wood, la inolvidable Deanie de "Esplendor en la hierba", la Judy que acompañó a James Dean en "Rebelde sin causa".

Ando estos días leyendo su biografía: "Natasha: The Biography of Natalie Wood", escrita por Suzanne FinstadEste libro llegó a mí pocos días después de que se publicara la reapertura del caso de su trágica muerte en las aguas oscuras de Santa Catalina. Hablar de la vida de Natalie en un solo post sería misión imposible, y ciertamente, sin haber terminado la lectura, no me atrevería a hacer balances. Pero lo que es indiscutible es que Natasha Gurdin, la mujer escondida tras la máscara de Natalie Wood, fue una mujer dividida. Educada para ser una estrella, presionada por una madre que buscó vivir su propio sueño a través de su hija. Miedos, fobias, superstición. Pero sobretodo, una mujer que debía mostrarse siempre perfecta, agradar a los demás, aunque por dentro fuese la persona más desgraciada del mundo. Es por eso que muchos recuerdan a una Natalie siempre sonriente, sin una sola queja. Pero, ¿qué había detrás de todo eso?


De cualquier modo, no me olvido de que este es un blog musical. Y hoy quiero compartir una de las canciones preferidas de Natalie, según se explica en su biografía. Se trata de "When the world was young", de Peggy Lee. La canción es una confesión en primera persona:

Me llaman coqueta y "mademoiselle"
Y debo admitir que me gusta bastante,
Ser la niña mimada de todos,
la Grande Femme Fatale,
La reina de la fiesta.
No hay nada tan alegre como la vida en París,
No quisiera ser ninguna otra persona,
Me gusta lo que hago, me gusta lo que veo.
Pero ¿dónde está la niña que solía ser?


Una Natalie de 16 años enfrascada en una relación con un hombre de más de cuarenta. Un salto a un mundo de impostura, donde nunca terminó de encontrarse. Y Peggy Lee intepretando este tema y dejándote sin aire. Compositora e intérprete, su historia merecería otro post a parte. Aquí os la dejo... ¡Y feliz Día de Reyes!


martes, 3 de enero de 2012

Lo que queremos saber de verdad

Esta semana está siendo especialmente ajetreada para una persona que me lleva acompañando muchos años, tantos que parece increíble que aún nos sigamos soportando. Mudanzas exteriores e interiores y una aventura increíble a punto de comenzar: todo ello combinado con las fiestas de rigor, realmente la admiro por sobrellevarlo a esa manera suya, tan práctica, tan de mirar hacia adelante.

Hoy la he acercado al blog porque una canción me ha asaltado hoy, y parecía que llevara su nombre escrito en una dedicatoria invisible. Andaba yo escuchando "Fora de catàleg", un programa que Xavier Salvà realiza en Catalunya Ràdio, cuando ha sonado esta pequeña inyección de energía: se trata de "O que Vôce Quer Saber de Verdade", aquello que queremos saber de verdad, original de Arnaldo Antunes, pero esta vez en voz de la cantante brasileña Marisa Monte. Lo confieso, no soy ni mucho menos experta en estas lides, pero la voz suave de Marisa parece que te habla al oído. No en vano, ella fue una de las voces más destacadas en el Brasil de los años 90, y aún sigue en activo. Precisamente de su último álbum, editado en 2011 es de donde llega esta canción.

Marisa Monte

Pero, ¿qué es lo que queremos saber de verdad? Cada uno tiene su respuesta, pero en la letra de esta canción intuimos el camino a seguir.

Vai sem direção
Vai ser livre
A tristeza não
Não resiste
Solte os seus cabelos ao vento
Não olhe pra trás
Ouça o barulhinho que o tempo
No seu peito faz
Faça sua dor dançar
Atenção para escutar
Esse movimento que traz paz
Cada folha que cair,
Cada nuvem que passar
Ouve a terra respirar
Pelas portas e janelas das casas
Atenção para escutar
O que você quer saber de verdade.

Sí, yo también he necesitado la ayuda del traductor. Pero en definitiva, el idioma es lo de menos. Así que lo dicho: a escuchar y a escucharnos. Quizás así descubramos aquello que queremos saber de verdad. En cuanto a tí, destinataria, descúbrelo todo y más, pero sobretodo, vuelve para contarlo.



lunes, 2 de enero de 2012

Acordes inesperados desde lo alto del castillo...

Rompiendo la tónica del blog, y con voluntad de hacerlo más personal, me salgo de los géneros establecidos y os confieso que hoy he caído en las redes del círculo de canciones de Robert Schumann. Sí, esta música también forma parte de mi vida, y como parte de esta Libertad Sonora renovada, voy a dedicarle hoy un espacio.


"Liederkreis", este círculo inagotable, es quizás uno de los ciclos menos conocidos del compositor y crítico alemán, quien como buen romántico, busca la expresión de las emociones más vívidas, más intensas, a través del arte. Unas emociones que vive en carne propia: una madre que no aprueba sus estudios musicales, una carrera como concertista que quedó frustrada tras un extraño experimento mecánico con su dedo anular derecho, el terror a la epidemia de cólera que asola Europa en 1894 y le hace arrojarse al Rin en un suicidio fallido. Bipolaridad, sífilis,... diagnósticos diversos para una personalidad irregular pero creativa hasta la extenuación.


No es cuestión de dedicarse aquí a la biografía del sr. Schumann, tema que daría muchísimo de sí y que es casi tan interesante como la historia de su esposa Clara Wieck, también compositora y una de las pianistas más destacadas del siglo XIX. Volviendo al núcleo, hoy me encuentro a mí misma, buscando músicas nuevas, acomodando un oído dormido y expectante en una primera mañana de trabajo de este nuevo año. Y entonces tropiezo con este "Liederkreis".


Concretamente, no he podido evitar escuchar "Auf einer Burg" varias veces. "En un castillo" es el vivo retrato de una imagen pasada, un viejo caballero de lentos movimientos, que observa a través de la ventana cómo cae la lluvia. De fondo, un reloj parado. Una ermita a lo lejos. Pájaros que cantan en las ventanas vacías. A su vista también hay una fiesta, una boda: los músicos tocan alegres, la novia llora.



Este observar tranquilo y lento, de reloj parado, nos lo enseña Schumann a través del acompañamiento del piano, que apenas regala acordes placados que parecen incluso fuera de lugar. Y ese "fuera de lugar", es lo que me ha atrapado. Porque en ocasiones, parece que las cosas no nos cuadran. Aquí es una melodía que crece y crece, pero con un acompañamiento inesperado, que parece que llega tarde, que parece que no se concreta. Hasta el punto culminante de esas estrofas del poema, donde aparece el acorde justo y preciso. No era el que esperábamos, pero no se nos podría ocurrir ninguno mejor. Y es que, ¿cuántas veces los acordes inesperados son los que dotan de sentido a nuestras melodías cotidianas?


Escucha "Auf einer Burg" en Spotify!


La versión:  Pese a que a mí, por ejemplo, me encanta la voz de Bryn Terfel, he optado por el recién llegado Henk Neven. Su interpretación no es afectada, no es grave, no le hace falta. Muestra aquello que hay escrito y que es suficientemente evocador y directo para no necesitar de grandes artificios. Y lo mismo podríamos decir del acompañamiento de Hans Eijsackers. De cualquier forma, existen muchísimas versiones de este "Auf Einer Burg", y probablemente cada uno tenga su preferida. ¿Alguien quiere compartir la suya?