miércoles, 14 de noviembre de 2007

Sorprendente Silencio de Blanca

Disculpad una intromisión en la lista. Hace escasamente cuatro días cayó en mis manos la novela "Silencio de Blanca", de José Carlos Somoza. De entrada, el autor me dio confianza, puesto que todo lo que he leído de él hasta el momento me ha gustado muchísimo (véase "La Dama número 13", "Zig Zag" y "La Caverna de las Ideas"). Igualmente, siempre he pensado que ésta es un arma de doble filo, ya que siempre, y sin poder evitarlo, al empezar un libro nuevo pienso si será éste el que me dará la primera decepción...
Sobrepasada la inquietud inicial ante el nuevo material, otras referencias: ganador del premio La Sonrisa Vertical en 1996. ¡Más de diez años! Esta pista me lleva a imaginar el inevitable toque erótico del relato. Obviamente, no me equivoco. Y me sorprende leer cómo se maneja en estas tesituras el escritor cubano afincado en Madrid.
Última pista antes de empezar a leer: la temática musical que ya se advierte en el título y que forma parte de la trama básica de la novela. Aunque no imaginaba hasta qué punto, llegando a ser un elemento estructural.
Cuatro días. Esos han sido los que ha durado el libro en mis manos antes de terminar. Una lectura protagonizada por un profesor de piano, intérprete ocasional, que se halla en el proceso de preparación de un recital de los Nocturnos de Chopin. Éstos se cuelan como un elemento más de la narración: el concierto y su estructura son los pilares de la novela, su desarrollo interno sigue el desarrollo de los acontecimientos... Paradógico, si contamos con que los libros son mudos por definición.
Junto con ello, una reelaboración ficticia de un capítulo de la vida de Chopin, que el protagonista decide reescribir a su manera, influenciado por los acontecimientos que le suceden. Todo ello enmarcado en la tormentosa relación de Héctor, pues así se llama el personaje central, con las mujeres de su vida, que intenta construir según su necesidad.
Y un final demoledor. Sorprendente. Da sentido a todo lo anterior y te hace desear una segunda lectura detenida, mientras piensas: "Cómo no he sido capaz de verlo..." Un círculo perfecto. Ese bis que todos esperan.

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