jueves, 29 de noviembre de 2012

Strange things do happen

Me quedan pocas fuerzas después de este jueves, pero me quedan ganas de compartir algunas cosas en este espacio, empezando por esta mañana. Me desperté a mi hora habitual, todavía con la cabeza en la noche de ayer, noche de miércoles, que desde hace más de un año significa verse y disfrutar de un par de tragos entre amigos. Te lo garantizo: ¡la semana se ve diferente!
En este punto me estoy dando cuenta de que el formato redacción de escuela no me está funcionando. Noto el cansancio y se me hace eterno pensar que tenga que explicarte que me he comido dos sandwiches en el patio de la universidad, mientras miraba los peces del estanque. (¿Seré la única que mira los peces?) En definitiva, trabajo, examen, autobús, metro... Pero con todo y con eso, un buen día. Porque es en los días "normales" donde, si uno se fija bien, pasa lo más extraordinario. Ratos en el bar de la facultad con risas de antes de entrar a examen, compartir unos palitos, encuentros casuales que no creo que lo sean y que dan como resultado conversaciones que reconfortan y acompañan, descubrir libros de los que emocionan, que Spotify te sorprenda con su modo aleatorio, ese que parece que te lee la mente.
En una de estas sorpresas, mi hilo musical me ha regalado esta canción. Incluida en una lista llamada "Música para mirar estrellas", la descubrí en la película Bon Appétit. Se trata de Strange things will happen, de The Radio Dept. No recuerdo exactamente el argumento de la película, pero recuerdo que lloré con ella, que tuvo algo que me emocionó (lo reconozco: ¡soy facilona para esas cosas!) y esta canción tenía un lugar central en el film. La letra se adapta perfectamente a mi día de hoy...
Hoy ha sido un día bonito, sin decepciones, sin grandes expectativas... ¿Descubriste al final que las cosas más extrañas suceden si las dejas?
Y sí, son cosas pequeñas, pero grandes. Y están ahí, sólo hace falta sintonizar, ponerse las gafas adecuadas y mirar alrededor. ¿Cómo reconocerlo? Cuando ante algo que te despierte una emoción te preguntes: ¿qué probabilidad había de que esto pasase aquí y ahora? Entonces lo tienes delante de tí. En fin, perdona el misticismo, pero me siento bien y quería compartirlo. Y por supuesto, aquí tienes mi banda sonora.

PD: A esto los medievales lo llamaban "lo maravilloso", y formaba parte de la realidad como lo era su casa o su trabajo. Quizás deberíamos recuperarlo?

lunes, 12 de noviembre de 2012

Thinking about Lana...

Después de una tarde de biblioteca y trabajo, me regalo un ratito en el blog para contarte algunos pensamientos que han cruzado mi mente durante el día, al hilo de un asunto, como siempre, musical. Ayer, sin querer o sin querer evitarlo, tropecé con los premios EMA en la MTV. La música más comercial del momento, actuaciones en riguroso playback algunas, voz en directo en otras y mucha puesta en escena, ¡a veces cuesta resistirse! Pues bien, en un momento de la gala apareció Lana del Rey. Sí, esa chica lánguida y con cara triste e inexpresiva que aparece en todas las marquesinas de H&M. Es curioso, hasta entonces, lánguida e inexpresiva eran los únicos adjetivos que me venían a la cabeza cada vez que me tropezaba con su imagen. Incluso le había dado alguna oportunidad a Video Games, y la canción me había dejado la misma sensación aguada que me dejaba su perfil en las fotos.
Esta mañana, no sé porqué ni porqué no, he decidido darle una segunda oportunidad a su música. Su estética llama la atención, tiene montones de fans, he pensado, algo tendrá. Pero en vez de eso, he tropezado con su historia personal. Resulta que Lana del Rey es un personaje ficticio (hasta ahí nada nuevo), pero calculado al milímetro, hasta el punto de haber sido modelado a base de bisturí. Parece ser que la ni el nombre ni la imagen original de Elizabeth Woolridge eran suficientemente buenas para el mercado. Lo intentó como Lizzy Grant, en un proyecto previo que fracasó, hasta que su representante decidió convertirla en la reencarnación contemporánea del Hollywood dorado de Dean, Sinatra y Presley. Nada podía quedar fuera de control: incluso el nombre del proyecto, una combinación entre Lana Turner y el automóvil Ford Del Rey del 81, fue elegido por su mánager. A partir de ahí la historia es conocida. En apenas un año, Lana del Rey ha llegado desde los números uno a las entregas de premios, a los catálogos de moda. Pero, ¿a qué precio?
Hoy escuchaba Born to Die, y veía fotografías de Elizabeth y de Lana. Retoques quirúrgicos innecesarios (que ella niega insistentemente), una voz sin pasión, dejar atrás quien eres para pasar a ser... distinta. Distinta hasta el extremo, una barbie preciosa pero de plástico, perfecta e inalterable en su pose decadente. Y es que quizás Lana, al repasar el Hollywood dorado no tuvo en cuenta la cara oscura de mujeres como Marilyn Monroe o Natalie Wood: mujeres partidas en dos que apareciendo perfectas ante las cámaras se consumían por dentro en una nube de miedos, sin llegar a saber nunca qué fue de su antiguo yo. Esto andaba yo pensando, y Born to die, cada vez me enganchaba más. Me sonaba más triste y deprimente que nunca.


Ciertamente, es pronto para todo esto. Lana del Rey acaba de lanzar su carrera y está en un buen momento. Pero si esto pasa, ¿habrá merecido la pena?

jueves, 8 de noviembre de 2012

Una per-versión emocionante: The Boxer

Recuerdo que una de las primeras secciones que arranqué en este blog hace ya dos años (¡dos años!) fueron las Per-Versiones. Y es que siempre he tenido debilidad por los covers, y sobretodo por la incertidumbre de no saber qué es lo que hace que una canción sea siempre ella misma, la inteprete quien la interpreta, aunque cambie completamente su significado. Me fascina creer que las canciones tienen una existencia independiente a su creador, que como decía Stravinsky, él solo fue el recipiente por el que pasó la Consagración de la Primavera.

Por este rincón perverso han pasado nombres como MGMT, The Killers, Britney Spears, Michael Jackson o Bee Gees. Hoy es el turno de Simon & Garfunkel y un tema que me encanta: The Boxer. Aquí lo tenemos en su versión original.



Después del gran éxito cosechado con Mrs. Robinson, el dúo lanzó esta canción como siguiente single en el año 1968, y estaba incluida en su último disco Bridge over troubled water, o como les gustaba llamarlo por estos lares, El puente sobre aguas turbulentas. ¡Gran costumbre en desuso la de traducir los títulos!

Pero si he escogido esta canción hoy, no ha sido al azar. Si me conoces, sabes que no creo en las casualidades y en el mismo día me asaltaron dos versiones de esta canción que consiguieron ponerme los pelos de punta por diferentes razones. La primera es de Mumford & Sons y se incluye dentro de su álbum Babel, acabadito de salir del horno. Ciertamente, casi les había dado carpetazo a estos londinenses: su crecimiento está siendo muy rápido, casi diría que demasiado (lanzar su segundo disco y al poco tiempo un documental sobre su gira me parece un tanto... ¿pretencioso?) y considero que el gérmen es muy bueno, pero falta una buena destilación para perder el punto cargante que puedes detectar cuando ya has escuchado cinco canciones seguidas.

Pero ahora es cuando me trago mis palabras y digo que la versión de The Boxer es perfecta. La historia del chico que huyó de su casa para sobrevivir en las calles de Nueva York suena dura y rota en esta versión de Marcus Mumford y los suyos junto a Jerry Douglas, y la intensidad del estribillo es eléctrica. No en vano, Paul Simon también aparece en ella.



Y la última y más increíble y verdadera razón de la existencia de este post. Cecilia. Sí, la del Ramito de Violetas; la de la melena y la sonrisa, la que se fue demasiado pronto. Una grabación de un directo remasterizada se publica en 2011 y creo que todavía no he podido cerrar la boca tras escuchar su versión de esta canción. Una sorpresa tremenda, no sabía siquiera que Cecilia hubiese cantado en inglés, tampoco había oído nada que no fuesen sus canciones en estudio. Así que oírla presentar esta canción de su autor favorito (ciertamente, Cecilia fue su bautismo artístico en honor a la canción de Simon) con rabia, incluso con errores, pero a la vez sin perder esa serenidad que le intuyes, me emociona. Y me hace pensar. ¿Se le ha hecho justicia? ¿Cuadra esa imagen tibia y hasta ñoña que se tiene de ella con lo que representaba Cecilia en la España de los 70? Podría extenderme más, pero prefiero dejarla hablar a ella. El vídeo a continuación es un montaje con el audio original remasterizado, junto a imágenes de una actuación en TVE, escuchadla a partir del minuto 0:17...



El post llega a su fin. Espero que te haya gustado, si has llegado hasta aquí. Y ahora viene el momento de la dedicatoria. Post especial para personas especiales: mis padres. De hecho, ¿sabías que estuve a punto de llamarme Cecilia?

lunes, 5 de noviembre de 2012

Unas cuantas letras con ojos entreabiertos

Acabo de volver a casa (¡mi casa!), después de un día más ajetreado de lo normal. Y es que cuando una abre los ojos por la mañana a un par de miles de kilómetros y acaba la tarde yendo a la universidad y pasando sin remedio por la tienda Movistar más cercana, pierde una la noción del tiempo y del espacio, y bien puede parecer que hiciera tres meses o diez minutos que pasaste de 7 a 17 grados.

Pero aquí estamos otra vez. Parece que últimamente mi blog se compone de entradas "de vuelta". No voy a engañarte, ya que me lees: me planteé (otra vez) cerrar el blog. ¡Pero se resiste! No acarreo nada, me gusta tenerlo y disponer de él para contar y compartir lo que me apetezca y cuando me apetezca. Quizás hayas sido tú una de esas personas que me ha dicho algún día que le había gustado un disco que había recomendado, o que había descubierto una canción que le había hecho ver estrellitas de colores gracias a este espacio. Pues bien, si es así, ¡tú tienes la culpa de que esto siga abierto! No me queda otra que darte las gracias.

Este será un post de vuelta, pero inevitablemente viene acompañado de música. Parece que el movimiento del día me traiciona, y creo que para evitar males mayores prefiero reservarme algunos temas más densos para otro día de ojeras menos profundas. Hoy simplemente voy a dejarte una canción: I'm only sleeping, de The Beatles. Parece mentira, pero nunca dejarán de sorprenderme. John Lennon escribió este tema para el álbum Revolver, publicado en 1966. Producido por George Martin (¡qué importante es un productor!), el disco exploraba territorios nuevos para el grupo, como la psicodelia de Tomorrow Never Knows, que también contaba con influencias orientales o los acompañamientos alternativos, como el célebre cuarteto de cuerda de Eleanor Rigby.

¿Porqué I'm only sleeping? Porque probablemente sea la canción que mejor describe los "cinco minutos más". Lennon tiene sueño y sólo quiere que le dejen dormir; el resto le da absolutamente igual. Si decís que es un vago, no os hará ni caso, los locos sois vosotros. Vamos, que ni le toquéis. A más de uno y de dos nos suena, ¿verdad? Os dejo un enlace con la letra (y su traducción). En cualquier caso, disfrutadla. La entonación de Lennon es perfecta para ese momento de ojos entreabiertos.



Y volviendo a mi día de hoy, puede sonar típico y tópico, pero los viajes dan, por lo menos a mí, una nueva perspectiva de las cosas una vez se vuelve a casa. Traigo nuevas ideas, estreno conexión (y esta vez decente) a Internet y vengo con la productividad disparada. ¡Parece que mientras menos tiempo me queda, más cosas hago! También vengo con energía; ahora, con toda probabilidad nada más caer en la cama me desenchufe y hasta mañana no sepa ni dónde sueño, para terminar diciendo aquello de Please, don't wake me... ¡Pero habrá merecido la pena!