jueves, 12 de enero de 2012

Afrodisíacos para mentes adormecidas

A veces parece que la creatividad se nos resiste. La mente se duerme, y por mucho que una lo intenta, cualquier idea es una idea vaga, imprecisa, que siempre acabamos por juzgar como poco interesante y va directamente a la basura. Pasa cuando escribes, pasa cuando tocas tu instrumento, pasa cuando trabajas. Cualquier momento es bueno para que ese bloqueo, ese adormecimiento te ataque y caigas en un limbo de indiferencia. Un espacio en el que todos tus días son una copia del anterior y parece que te has quedado clavada, sin moverte en ninguna dirección.

Ante esto, no hay consejos universales, pero lo primero de todo es darse cuenta. Reconocer las señales de alarma y decidir que uno se niega a ser una ameba en modo automático. A partir de ahí, y dejando de lado la multitud de libros y artículos que abordan la cuestión de la creatividad, me apetece contaros mi remedio particular. Cuando casi sin saber me he perdido en la dichosa llanura desierta, siempre hago lo mismo: acercarme a algo nuevo. Necesito sentirme ignorante en algo, dejarme sorprender por lo que otros hayan conseguido, hayan pensado, hayan creado. Me sirve un libro de historia, un artículo en una revista, una novela pendiente, el disco que esperaba el momento de ser escuchado. Y sobretodo, me gusta pensar que estos afrodisíacos llegan a mí de manera orgánica, en el momento en que lo necesito. Que más que yo buscarles a ellos, son ellos los que me encuentran a mí.

Connan Mockasin

Hoy me permito recomendarte uno de mis últimos estimulantes: Connan Mockasin y su álbum Forever Dolphin Love. Probablemente no se parezca a nada que hayas oído antes, o se parezca a todo a la vez. Quizás te desconcierte la voz de este neozelandés, hasta te irrite. Quizás, como me pasó a mí, en un momento te des cuenta de que te has enganchado. ¿Psicodelia? ¿Neopop? ¿Electrónica? No me arriesgo a ponerle etiquetas. Crear es ser libre. Es saltarse barreras, ajenas, y sobretodo propias. Comerse las vergüenzas con patatas y enviar el resto a tomar viento fresco.

Acabo con una sugerencia: haz tu ruta de siempre con Connan en unos auriculares. No lo juzgues, simplemente escucha y fíjate en si algo ha cambiado. Y si te apetece, me lo cuentas.




PD: Un segundo vídeo sólo para los muy valientes. Diez minutos indescriptibles con una canción que te atrapa y surge de la maraña de sonido a partir del minuto 4. Se aceptan metáforas.


2 comentarios:

Lleonard Pler dijo...

Un tema apasionante. Yo estuve 10 años sin escribir apenas, hasta que encontré mi método: escribir a mano, desordenado, sin barreras. Obligarme a una pequeña rutina: un mínimo de una página diaria. Daba igual si escribía frases y párrafos inconexos que algún día tendría que ordenar vete tú a saber cómo. Daba igual si eran buenos o malos: lo importante era tenerlos escritos, porque una palabra siempre será mejor que la página en blanco. Daba igual si de repente lo que era una novela realista se convierte en ciencia ficción. Escribir, sin más. Dejando que fluyeran las palabras. Parto de una primera frase, lo demás llega solo. Decían en la película Howl que el artista tiene que desnudarse hasta el punto de contar en tu propio arte lo que no le contarías ni a tu mejor amigo.

"Crear es ser libre". Sin duda.

mariamontes dijo...

Por supuesto, la dichosa frase: la inspiración llega, pero tiene que cogerte trabajando. ¡Perseverar es la única manera de llegar al objetivo! Y tu método me parece un ejercicio de constancia. Igual te lo copio, ¡mira qué te digo!

Y la cita de Howl... cómo cuesta, ¡pero cuánta razón tiene!