jueves, 1 de marzo de 2012

El piano sin teclas de Simone Dinnerstein

Ha pasado algo de tiempo desde la última entrada. No es que no haya habido música estos días, supongo que la he ido dejando pasar. Pero si me gusta escribir es porque parece que coges los pensamientos y los atrapas, los describes, los retratas, los haces permanecer. Y quiero seguir atrapando esas músicas, así que, dejémonos de pereza, que es mala acompañante y siempre te pisa si la sacas a bailar.

He decidido dedicar la entrada de hoy a una intérprete que descubrí hace poquito a través de mi compañera Ester y su programa, MPClàssics. Es Simone Dinnerstein, una pianista americana con una historia curiosa. Parece no querer flashes, no es ninguna estrella del negocio: nacida en Nueva York, a los 35 años decidió grabar las Variaciones Goldberg, autofinanciando la producción del álbum. La magnitud del desafío es sorprendente: ¿cuántas versiones deben existir de la célebre obra de Bach?, ¿cuántas consideradas insuperables?, ¿cómo se posiciona una profesora de piano ante un Glenn Gould o un András Schiff, o ante las versiones historicistas de Leonhardt o Van Asperen? Sólo se me ocurre una respuesta. Quiso hacerlo y no le importó el resto: lo único que debió importarle a Simone fue mostrar a quien quisiera escuchar que aquellas variaciones también podían ser sus propias variaciones. Partiendo de ahí, el resultado no debería extrañar: fue todo un éxito de crítica y público que hizo despegar su carrera como intérprete.

El álbum con que la descubro es Something almost being said. Un título que hace pensar en ella, la que llega casi sin hacer ruido, para abrir una puerta que quizás hacía tiempo que habías olvidado. No hay más que leer el poema del que se extrae este título. Es de Philip Larkin, Los árboles. Árboles que aun sabiendo que morirán, renacen, no sin dolor, una y otra vez, y "parecen decir: el año pasado ha muerto; empezar de nuevo, de nuevo, de nuevo".

The trees are coming into leaf
Like something almost being said;
The recent buds relax and spread,
Their greenness is a kind of grief. 

Is it that they are born again
And we grow old? No, they die too,
Their yearly trick of looking new
Is written down in rings of grain. 

Yet still the unresting castles thresh
In fullgrown thickness every May.
Last year is dead, they seem to say,
Begin afresh, afresh, afresh.

Este disco incluye obras de Bach y Schubert, partitas e impromptus. Compositores y obras muy distintos, pero que en las manos de Simone fluyen y combinan de manera impecable.

Con ese ánimo de ser ella misma presenta un clip arriesgado por lo sincero, que en sí mismo ya es una obra de arte y que emociona nada más empezar: ella entra a un auditorio vacío, sus manos (¡qué pequeñas!) se acercan al teclado, y a partir de ahí, el Impromptu número 3 de Franz Schubert desgrana imágenes, vivencias, sensaciones y sobretodo, personas y amor. Cómo en el artículo de Ángeles Caso, Lo que quiero ahora (si no lo habéis leído, hacedlo inmediatamente clicando aquí), parece que distinguir lo esencial de lo superficial es lo que finalmente nos da la posibilidad de disfrutar de lo que somos y lo que se nos ha dado. A riesgo de que penséis que escribo esto tras una sobredosis de azúcar, prefiero dejar que el piano de Simone hable, sin prisas, por sí mismo. Un piano que, como pasa con los buenos, uno acaba por no recordar siquiera que tiene teclas.



2 comentarios:

Tecla dijo...

Por pura y dura repetición a veces se olvida la razón que te lleva a querer tocar una obra. Ver el vídeo me ha hecho recordar todo lo que se puede expresar en tan poco tiempo y de forma sencilla. Volveré a ella, gracias!

mariamontes dijo...

Muchas gracias por este comentario, ¡me alegro de que Simone te haya motivado! :)